21.1.06

Amanece, que no es poco.

Habían quedado en el hipermercado. Estaba lleno de gente, eran las rebajas. Distraídamente, echaba un vistazo a cada estantería, pensando que ya estaba tardando mucho. Dos chicas comentaban que una tercera se había portado mal con ellas. Una abuela no sabía que comprarle a la madre del nieto que llevaba de la mano. Una niña de unos dos años, de ojos grandes y verdes, con dos coletas empinadas hacia arriba, corría de un lado para otro y chillaba. El padre, desesperado, no sabía qué hacer para frenarla. "María, no chilles". A la chiquilla le daba igual, berreaba, saltaba y tiraba todo a su camino. Ana se reía y no podía evitar seguir la escena del padre en apuros. Era un hombre de unos treinta y pocos años, castaño de ojos azules y tristes. Se dió cuenta de que era observado, miró, agachó la cabeza algo avergonzado, y la sonrió. En ese momento la niña le cogía del abrigo, se lo estiraba y le pedía gritando el nuevo peluche de Disney. Desaparecieron los dos, en busca de otro muñeco más barato, y Ana, aburrida, se sintió más sola. Suspirando salió a la puerta para ver si ya venía. No vió nada, cuando sintió una patada en la espinilla.
-Lo siento, lo siento. María, te he dicho que no hagas eso. Perdona, ¿te ha hecho daño?.
-No, gracias. No. -Se lamentó de haber dicho una frase tan inteligente...
En ese momento la llamaron por su nombre, por fin había llegado, se besaron y fueron hacia el coche. Volvió la cabeza, para ver si seguían allí. Él la estaba observando. Se miraron.
-Ana, ¿te pasa algo?.
-"No, gracias. No"...

Desde la ventanilla se dió cuenta de que esa noche había una luna roja y grande, como nunca, e imaginó que viajaba en ella, que le servía de balancín, y que huía de todo:

"Rescátame,
de este mundo sin sentido,
de estas mañanas vacías
de estos nervios gastados de forma
inútil.
Sálvame, sálvame, mil veces dicho,
que se rompa esta continuidad tenebrosa,
deja tu vida, tu país, tus penas
y tráelas, que remiende
con color alegría
tus esperanzas a las mías.
Llévame donde la locura no alcanza,
donde el mayor sacrificio sea placer,
donde las máquinas cobran vida
y el horizonte tenga tu nombre.
No dejes que sigamos perdidos,
dando vueltas en el laberinto,
escapándose los segundos
como arena en las manos.
Regresa donde nunca estuviste,
que toda una vida se te dedicará,
y amanecerá,
por tí..."

9 comentarios:

Rodolfo N dijo...

Que pensar?. Que cantidad de mensajes .Hermosos.Para pensar y también para compartir.Pero para pensar. Un beso

Joselu dijo...

Dos partes diferenciadas. Ana como espectadora en el hipermercado. La vida pasa. Escenas cotidianas, triviales, pero su corazón está triste. La luna roja y grande la observaba. Mundo sin sentido, mañanas vacías, continuidad tenebrosa, laberinto, segundos que se escapan. Amanecerá, color alegría, placer, arena en las manos... Sencillamente la vida a la que estamos llamados a dotar de sentido, Ana. Con afecto.

Bito dijo...

¿Y cómo va a rescatarla si él no sabe que ella está en peligro? ¿secuestrada? ¿vacía?....

Cuando estamos presos todo parece una salida.

Anónimo dijo...

A veces desear algo es mucho mejor que conseguirlo. Siempre lo pienso cuando le llevo la comida a mi perro: mueve la cola insistentemente hasta que se la pongo. Una vez servido, ya deja de moverla ;-)

simalme dijo...

Gracias Rodolfo, Joselu. Tan cercanos y acertados como siempre.
Bito, supongo que es algo así como cuando hay alguien al lado y piensas, ahora se me tiene que acercar. Y de pronto, sin saber cómo, lo hace...Cuando parece que te leen el pensamiento. Supongo que es algo así lo que ella tendrá en mente, sobre el padre o sobre la luna, da igual.
Cervecerix, sí, el conseguir las cosas no es la felicidad, es buscarlas, desearlas.

Bato dijo...

2000-uno. (mayo de 1997)
Despiertas en la penúltima hora de la mañana.
Afuera miles, millones trabajan,
comen, hablan, juegan, hacen el amor.
y tu mente manda quedarte ahí, inherte, sin sentido.

Tomas un trago, dos, tres, cuatro.
Algunos ríen, otros platican, otros besan,
unos simple y sencillamente beben como tú,
y tu mente manda quedarte ahí, inherte, sin sentido.

Sales a la calle.
La vecina adolescente reúne a sus cuates en la banqueta,
los niños juegan futbol frente a ti, los viejitos caminan a la tienda,
y tu mente manda quedarte ahí, inherte, sin sentido.

Suena el teléfono. Hablan tus amigos.
Planeas la tarde, la noche, la mañana, el fin de semana.
Vas, regresas, vuelves a ir,
y tu mente manda quedarte ahí, inherte , sin sentido.

Lees el periódico.
Muertes, bombas, políticos encarcelados, terremotos,
futbolistas drogados, artistas divorciados,
y tu mente manda quedarte ahí, inherte, sin sentido.

Recuerdas.
Sueñas.
Tu mente manda quedarte ahí, inherte, sin sentido.

simalme dijo...

After...Ojalá que todos los días que nos quedan sean de lunas bellas, no algo que nos ayude a huir.
Bato, precioso, lo que quería decir, sí. Precioso
Juan Pablo, voy a ello. Aún en distintos sitios, y tiempos, la luna que vemos es la misma.
Ya ves, Milezz, que muchos somos los que pensamos igual. Y con los que encajas.
Un abrazo y miles de gracias a todos.

Anónimo dijo...

Tarde... ¡¡qué época llevo!!.

Bueno, lo primero: muchas gracias por el homenaje, me ha emocionado ;)

Y lo importante. Muy bonita manera de describir esos anhelos que la luna roja le provocan...

Felicidades, Silvia.

simalme dijo...

Gracias Pablo, y felicidades a ti, por el premio, la niña y tus letras. Gracias por estar.