Aparecieron de repente en la oscuridad. No sabían cómo habían llegado, ni dónde estaban. Cuando los ojos se acostumbraron a la escasez de luz, se dieron cuenta de que estaban en una casa vieja, grande y sin muebles. Al principio se creyeron solos, pero escucharon ruidos y notaron que había alguien más. Un hombre y una mujer, sin cara, ni edad, ni voz, sólo unas sombras. Anduvieron perdidos, tocando las paredes y rozando el suelo para conocer el enemigo, la casa. Cuando se cansaron de rastrear, sin atreverse a hablar, se sentaron, uno de frente al otro, a esperar.
Pasaron las horas, el frío arreció, acurrucados y ya sin hambre, a ninguno le venía el sueño. Recordaban y añoraban su vida anterior. Imaginaban dónde estarían en ese momento sus seres queridos, maldecían el azar horrible que les había separado de sus destinos y, por generalización, a la persona que tenían al lado.
Llegó una silueta, la mujer empezó a sollozar, la nueva sombra la abrazó y empezaron a susurrarse al oído. Él supuso que era su marido. No lo aguantó. La odiaba. Se sentía más solo que nunca, aparte, sin sentido. Deseó que muriese, que desapareciese, mejor aún, que desapareciesen los dos.
Ella lo oyó, y le preguntó que porqué pensaba eso. No lo sé, simplemente te odio. Y sin decir nada, abrió la puerta y empujó a su marido. ¿Porqué has hecho eso?. No lo sé. ¿Me odias?. Sí.
Se sentaron juntos, de lado,sin mirarse. Se acomodaron lo mejor que pudieron a las horas y la escarcha y, de nuevo, esperaron.
Por primera vez en diez días durmieron. Se despertaron alegres, con la sonrisa iluminada y vergonzosamente felices. Soñaron lo mismo. ¿Sigues odiándome?. Más que al demonio. ¿Ni siquiera te caigo bien?. Simplemente me das igual, no te veo la cara, eres un fantasma que ha evitado que mi vida siga. Sólo son fantasmas tu pasado, yo estoy aqui, tócame. ¿Quieres que te toque?. No. ¿Entonces?. No lo sé, mi cuerpo tiene más voz que yo, últimamente, creo. ¿Quieres que te toque?. Sí.
Acarició su brazo, besó el cuello de la nuca al hombro, pálidamente, despacio, casi etéreo. Te odio. Única carne y sol que tengo. Te odio hasta las entrañas. Todo mi cuerpo se asquea de no verte, de ser lo único todo en la oscuridad. Muérete feliz lejos de mi angustia.
Cada uno en un extremo de la casa, arrinconados, alargaban la mano hacia el pasado, queriendo huir y esperando.
Soñaron que su vida anterior era imaginada, que nacieron en una casa oscura y vieja, al lado de otra persona. Soñaron que trabajaban, desayunaban, dormían, pensaban, sentían, opinaban. Soñaron que no estaban en una casa negra y derruída. Soñaron que nunca existió la luz. Soñaron que podían elegir el sueño, y que no estaban al lado de una sombra, sino de más.
7.1.06
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9 comentarios:
Simalme< que bonito, que triste, y siempre misteriosa.Un Abrazo
Cuento triste, triste, muy triste. Me recuerda una obra de Sartre, A puerta cerrada, una serie de seres están encerrados detestándose para toda la eternidad. ¡Qué espanto! Ni siquiera el sueño les sirve de evasión. Sueñan que no existía la luz. Sombrío, casi gótico, fantasmal. Misterioso como comenta Rodolfo. Con afecto.
Dura vista del amor cuando enfermo de cotidianidad y entrelleno de mierdas reprimidas. Lamentablemente, una perspectiva muy real...Aunque lo más bello del amor, de la vida, es que pueda extinguirse, pueda morirse, pueda podrirse... si no, no tendría chiste meterse en estos menesteres.
Bello el cuento. Sds
Simalme,
Los cuentos nos sirven para darnos cuenta de las cosas...
Un abrazo,
Katsu
que alegria vida ajena volver a escuahr de ti y mas alegria ese regalo:
cuando estoy triste tambien suelo escucharlo, mucho silvio.
un beso enorme y gracias por los animos.
Simalme, te gustan los gatos. Los gatos son temerosos de los hombres (y quizá hacen bien). Saltan esquivos al primer ruido y gustan de lamerse en soledad. No forman sociedad, ni enlazan su destino al de otro gato. Pero también los gatos persiguen sin descanso a esa mosca que nunca atraparán, se cuelgan de nuestra cortina y el rasgueo de la tela nos llega como risa de niño travieso. He visto gatos revolverse en un salto ingobernable, gatos de maullidos zalameros, gatos observando su elegancia en un espejo, gatos que, como tú, nos gritan cada día: "aquí estoy, todavía, vivo". Simalme, sé gato.
P.D. Alzo mi copa a la salud de tu sobrino.
Hola Simalme!
HAs sido elegida!
Pasate por mi blog, y lee el ultimo post..
buenas noches
:)
Katsu!
que clima no , muy bueno eso ,chauu
que clima no , muy bueno eso ,chauu
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