30.9.08

La poesía es un arma cargada de futuro

Cuando ya nada se espera personalmente exaltante
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmando,
como un pulso que golpea las tinieblas,
cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.

Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.

Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.

Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno. Estamos tocando el fondo.

Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.

Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.

Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica, qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.

Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.

No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.

Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra, son actos.

Gabriel Celaya

(Para el cabezón)

29.9.08

Lluvia

La luvia caía. Yo miraba hacia la ventana y toda la clase a la profesora. Me decía espera, aguanta, todo cambiará. Días laguísimos. Veranos infinitos. Cuándo creceré. Cuándo veré qué soy y para qué sirvo. Cada día de lluvia lo mismo. Lloraba el cielo y yo con él. Y todo era gris, húmedo y frío. Pasó el tiempo y a días de borrasca les siguieron también días cálidos. Pero cada vez que llueve, no puedo evitarlo, voy a una ventana, abro las persianas, veo caer la lluvia y sigo pensando y sintiendo lo mismo que con nueve años.


27.9.08

Fábricas del amor

"Y construí tu rostro.
Con adivinaciones del amor, construía tu rostro
en los lejanos patios de la infancia.
Albañil con vergüenza,
yo me oculté del mundo para tallar tu imagen,
para darte la voz,
para poner dulzura en tu saliva.
Cuántas veces temblé
apenas si cubierto por la luz del verano
mientras te describía por mi sangre.
Pura mía,
estás hecha de cuántas estaciones
y tu gracia desciende como cuántos crepúsculos.
Cuántas de mis jornadas inventaron tus manos.
Qué infinito de besos contra la soledad
hunde tus pasos en el polvo.
Yo te oficié, te recité por los caminos,
escribí todos tus nombres al fondo de mi sombra,
te hice un sitio en mi lecho,
te amé, estela invisible, noche a noche.
Así fue que cantaron los silencios.
Años y años trabajé para hacerte
antes de oír un solo sonido de tu alma".

Juan Gelman


Toda la parentela de la muerte

Hoy me andaron con zapatos de espinos
se dejaron caer gotas como lunas
y empapada, llovieron mis entrañas.
Gris oscuro, sombra siempre,
suelos nublados
desvanecen el vapor de las sangres.
Comienza el otoño mortal
la edad del invierno adelanta
y todo se para comprimido
expectante de la muerte.



Con la lluvia todo se repliega hacia dentro. Todos estamos pensativos. Los movimientos se lentifican. Como si las nubes y el viento húmedo nos hicieran plantearnos por qué no está ahí el sol y nos diésemos cuenta de que lo echamos de menos. De todas formas a mi me gusta ver a la gente en la lluvia. Parecen más concentrados, todo cobra importancia. Hasta el andar (no vaya a ser que te resbales). Me acuerdo que en la ciudad odiaba las mañanas, y más si eran con sol. Todos van a sus trabajos, con prisas, agresivos, anunciándote que conseguirán lo que quieren, si es necesario, pasando por encima de ti. Pero el atardecer... hace caer un peso de reflexión, el día ya está en tus manos y piensas qué has hecho de él. Amigos que quedan para tomar una cerveza, unas tapas. "Qué mal se ha portado hoy mi jefe"... Todos somos más nosotros sin la máscara de la rutina. Incluso, algunos, se paran frente al sol moribundo y le preguntan por qué ha deslumbrado hoy tanto, para qué tanta herida, si a estas horas se despide igual. O por qué no ha salido, por qué no ha quitado algo de gris al día, por qué no ha calentado siquiera un poquito. O, simplemente, se sientan para ver cómo se va yendo, cómo van cambiando los colores de las nubes, de azul a violeta, de violeta a rosa y de rosa a naranja. Y después, nada.



"Hoy el viento muda de piel.
Imposible llamar "día"
a lo que ya no ilumina
ni abriga cual llama fiel.

No es noche cuanto termina
y se viste -todavía-
con ropas de madrugada.
Implacable, sin premura

nos aguarda otra jornada
(aun sin color ni textura
definida). En el eterno
esperar de otra mañana

viene el silencio a urgirme
que censure mi pavana;
mas no aprendo a despedirme
de aquella brisa de invierno"




"En la fecha

Solo de ti, lleno de ti,
esta tarde a las 7,
el ciudadano de tu ausencia
se palpaba la cara, la voz, los papelitos,
deveras comprobando
que tus ruidos andaban por sus huesos
y en general te habías ido.

Golpeó puertas, teléfonos.
La gran ciudad estaba equivocada sin tu pelo, señora,
y él sentía tirones detrás del corazón.

A lo mejor era el tabaco,
de todos modos yo soy otro:
un pedazo de ti,
alguien a quien castigan puertas, ruidos, teléfonos,
y, andá a saber por qué,
toda la parentela de la muerte. "


SMAM, CBR y Juan Gelman

24.9.08

CONTRAPUNTO

"A la entrada había un hombre vendiendo los diarios de la tarde. El proyecto de robo de los socialistas. El proyecto de ley para la nacionalización de las minas había sido aprobado por mayoría. Leyó la noticia con placer. El artículo estaba escrito en el tono más violento.
Infames!- pensó.
El artículo despertó en él un odio regocijado hacia los capitalistas y reaccionarios.
En la estación, un viejecito mustio, se sentó a su lado. La peste que despedía era tan sofocante, que tendió la vista en busca de otro asiento. Y lo había. Pero al reflexionar, decició no moverse. Hubiera parecido una ofensa demasiado directa huir del hedor. Apartó la vista; hubiera querido poder amar personalmente a los oprimidos, y personalmente odiar a los ricos opresores. Pero eso era lo que había sentido, lo que sentía todavía. Deberíamos ser fieles a nuestros instintos. No, de ningún modo, a los malos, no, a éstos debemos resistirnos. Pero no eran fáciles de vencer."


"¿Se había sentido real y plenamente dichoso con Marjorie, tan dichoso al menos como se había figurado que sería, como debía haberlo sido en tales circunstancias? Debía haber sido como en Epipsychidion; pero no lo era, acaso porque Walter había querido demasiado conscientemente que fuese así, porque había tratado de modelar deliberadamente sus sentimientos y la vida de ambos conforme a la poesía de Shelley.
-No hay que tomar el arte demasiado literalmente. Especialmente en lo que concierne al amor.
-¿Ni aun cuando sea verdad?
-Puede ocurrir que sea demasiado verdad, sin la menor impureza, como el agua destilada. Cuando la verdad no es sino verdad, es algo antinatural, es una abstracción que no se parece a nada del mundo real. En la naturaleza existe siempre multitud de cosas extrañas mezcladas con la verdad esencial. Por eso el arte nos conmueve; precisamente por estar limpia de las impurezas de la vida real."


Aldous Huxley

EL VIZCONDE DEMEDIADO

"-Pamela, he decidido estar enamorado de ti -le dijo.
-¿Y por eso destrozáis todas las criaturas de la naturaleza?
-Pamela -suspiró el vizconde-, no tenemos nungún otro lenguaje para hablarnos. Cada encuentro de dos seres en el mundo es un desgarrarse. Ven conmigo, conozco ese mal y estarás más segura que con ningún otro; porque yo hago el mal como todos; pero, a diferencia de los demás, mi mano es segura.
-¿Y me destrozaréis a mí también, como a las margaritas o las medusas?
-No sé lo que haré contigo. Sin duda, el tenerte me hará posibles cosas que ni siquiera imagino. Te llevaré al castillo y te tendré allí y nadie más te verá, y dispondremos de días y meses para comprender lo que debemos hacer e inventar modos siempre nuevos de estar juntos."


"Yo, en cambio, entre tanto fervor de integridad me sentía cada vez más triste e imperfecto. A veces uno se cree incompleto y es solamente joven.
Había llegado a los umbrales de la adolescencia y aún me escondía entre las raíces de los grandes árboles para contarme historias. Después me entraba vergüenza por estas fantasías y salía corriendo.
Y llegó el día en que también el doctor Trelawney me abandonó. Yo no había visto nada. Estaba escondido en el bosque contándome historias. Lo supe demasiado tarde y eché a correr hacia la playa gritando:-¡Doctor, lléveme con usted, no puede dejarme aquí, doctor!
Pero ya los barcos estaban desapareciendo en el horizonte y yo me quedé aquí en este mundo nuestro lleno de responsabilidades y de fuegos fatuos."


Italo Calvino

20.9.08

Hace 20 años exactos...


Sin documentos en Córdoba con el Salmón







"No te fíes si te juro que imposible,
no dudes de mi duda y mi quizás.
El amor es igual que un imperdible
perdido en la solapa del azar...

La luna toma el sol de madrugada,
"nunca jamás" quiere decir "tal vez".
La muerte es una amante despechada
que juega sucio y no sabe perder.

Estoy tratando de decirte que
me desespero de esperarte,
que no salgo a buscarte porque sé
que corro el riesgo de encontrarte;
que me sigo mordiendo noche y día
las uñas del rencor;
que te sigo debiendo todavía
una canción de amor.

No corras si te llamo de repente,
no te vayas si te digo "piérdete":
a menudo los labios más urgentes
no tienen prisa dos besos después.

Se aferra el corazón a lo perdido,
los ojos que no ven miran mejor.
Cantar es disparar contra el olvido,
vivir sin ti es dormir en la estación.

Estoy tratando de decirte que
me desespero de esperarte,
que no salgo a buscarte porque sé
que corro el riesgo de encontrarte;
que me sigo mordiendo noche y día
las uñas del rencor;
que te sigo debiendo todavía
una canción de amor.
una canción de amor.
una canción de amor, todavía... "

17.9.08

Punto de cruz

Estaba sentada en la escalera de un hospital. Mis dos amigos callaban sentados conmigo. No había nadie más, ni padre ni madre ni nadie más. Yo, abatida, acabé tumbada en el suelo con la cara entre las manos. Y seguimos esperando. Hasta que vino una mujer con el pelo rizado y sonriente que me dijo que la siguiera. Miré a mis amigos y sin decirnos nada, me tragué las lágrimas y me metí en quirófano.
Un foco enorme me cegaba y los pelos de la médica me impedían ver nada. Me inyectaron algo por el pecho y me hablaban, no sé ni de qué. Después de un tiempo prudencial cogieron un aparato muy, pero que muy feo, algo así como una aguja para elefantes, y me la clavaron en el esternón. Entraba y salía como si estuvieran cosiendo algo. Ellos seguían hablando y escuché algo así como "es necesario hacer esto para el niño". La sangre salía de la piel a borbotones y la aguja gigante se abría camino por la zona del corazón, como dibujando un cuadro a punto de cruz en rojo. Notaba tirante el pecho y unas molestias-cosquillas que me irritaban infinitamente más que cualquier dolor.Tuve ganas de moverme, me ahogaba, necesitaba rascarme, que pararan un rato... Y me desperté. El corazón latía a cien por hora, temblaba de arriba a abajo y tenía los miembros dormidos. Bajada de tensión, supuse. Fui a la cocina y cogí un dulce. Eran las cuatro de la mañana. Me pregunté qué querría decir el sueño (si es que significaba algo). Enferma estaba en el sueño y enferma me desperté. Me comí el dulce, la tensión empezó a reaccionar, pero no dejé de sentirme mal. Hasta las seis de la mañana seguí despierta.

16.9.08

De repente, el invierno


Un 30 de Agosto me levanté, desayuné y me fui a la playa. Estaba a a reventar. A nuestra derecha una familia de unas 30 personas con sus tiendas de campaña incluídas, niños latosos, bolsas de patatas fritas, chistes obscenos, eructos, abuelas chillando 20 veces por minuto el nombre del nieto (aunque estuviese al lado), hombres barrigones hablando siempre del trabajo con una cerveza en la mano...
A nuestra izquierda, más tranquilos, una familia nórdica (alemanes, suecos o algo así). Igualitos, vamos. Eran dos parejas jóvenes con una niña de unos dos años. La niña jugaba al lado de sus padres, en silencio, con un cubillo. Los padres se achicharraban al sol con sus pieles transparentes y sus cuerpos esculpidos, cambiando de vez en cuando de postura, vuelta y vuelta, como los filetes. Los hombres eran hermosos, rubios, altos, fuertes, con bañadores última moda y gafas de sol RayBan. Uno de ellos, estaría aburrido, me miraba discretamente. Viendo a las mujeres, sin depilar, color salmonete de tanto tostarse, con sus venas perfectamente visibles y esos gorritos de explorador, me di cuenta de cómo el hábito mata la ilusión.
Cuando nos íbamos miré hacia atrás y uno de los nórdicos, tumbado en su silla, nos veía irnos.
El día siguiente tuve que hacer cosas por la mañana así que no fui a la playa hasta última hora de la tarde. Se había levantado un viento infernal. Hacía frío y estaba todo desierto. La marea estaba más baja que nunca, casi todo el horizonte era arena salpicada de laguitos pequeños (véase foto). Y se me hizo un nudo el corazón. De pronto, de estar todo con vida y lleno, en unas horas, se vació. Arreció el invierno en pocos instantes y una capa de escarcha inundó el verano que quedaba.

13.9.08

Estoy echada en la cama con mi gato. Empieza a refrescar y me calienta. Toda mi habitación llena de libros. No es ningún orgullo. Cada uno me recuerda que estuve dedicándoles tiempo mientras mi vida pasaba. Ya desde los tres años el mundo me gruñía, me respondía con indiferencia. A lo que yo respondía escondiéndome en los libros. Mientras viese la vida de otros, veía cosas mejores, cuando vivía la vida de otros, vivía vidas mejores, mientras soñase los sueños de los libros, algunos se cumplían. Es un bálsamo, una huída al fin al cabo que, como todas las huídas, me habrán impedido aprender cosas más reales. Pero en parte cada vez me da más igual. He aprendido a esperar más de la vida, por tanto es más fácil las decepciones, pero ya no me rebajo a conformarme con una vida cualquiera. Además, así no tengo sólo una. Tengo millones.

11.9.08

Qué malo es el ello



Un ratito después de salir del túnel, tras comérseme la lengua el gato, se me vienen a la cabeza películas malas en las que, siendo bodrios infumables, unas mariposillas molestas me hacían nudos extraños en los intestinos cuando las vi. Me explico.


Dirty Dancing, para cualquiera con ojos es una película mala, guión malo, tópicos...

A mi me supuso meses de malestar. Imágenes, como si tuviese trastorno por estrés postraumático, que se repetían y se repetían que, siendo bonitas, a mi me producían enfermedades de todos los tipos. Patrick Swyze de negro arrancando a "la chica" a bailar, rescatándola de una masa informe de personas vulgares, defendiéndola delante del padre, abriéndole los ojos frente a a la vida y la vacuidad de su familia y los ricos...(Y eso que antes había visto "Norte y Sur" y a mí me gustaba el del norte)


Pretty woman la vi con 15 años en casa de la amiga de una prima mía, en el pueblo de mi padre. Éramos un grupo de mujeres de 15 (yo era la más joven) a 30 años. Os podéis imaginar en qué se convirtió eso. Suspiros, risas, lloros, aclamaciones de "viva richal, viva richal" y, la frase más oída ese día, "yo quiero uno así". Mi escepticismo inicial se rindió al atractivo Gere y, sobre todo, a la efusividad y contagio de mis compañeras. (Si reaccionaban así ahí, qué no harían si lo tuviesen delante...


Y, uff, la más reciente, Expiación. Me importó tres pimientos la protagonista insulsa y sin significado, me importó nada el argumento esfumado en unas manos ineptas. Ahí estaba él. Mi "yo" diría, y dijo (http://simalme.blogspot.com/2008/04/atonement-expiacin.html) que analizaba exhaustivamente la película, con ojo clínico, y comparaba con el libro. La realidad es que mi "ello" venció y sólo tenía ojos, y no muy clínicos que digamos, para los del protagonista. Se me encogió algo cercano a los pulmones, o por ahí. Y cuando acabó me quedé hueca, como si se llevaran algo, sería mi cerebro, que ya el resto del día, estuvo muy, muy lejos.


Es curioso, Pretty woman la veo ahora mismo y me aburre, como si, por fin, viese más allá de mis vísceras. Siento decir que aún no lo he conseguido con Dirty Dancing. Es más, me sigue produciendo no sé qué escuchar de boca del propio Johnny que ella es como el viento:

10.9.08

Isla Canela











5.9.08

Malos tiempos para la lírica

Esto me escribió en el messenger una conocida de 13 años, pensando que era su amiga "patri":

"ke a una prima mia no le dejaban salir y entonses ella bueno patri dijo ke era por mi kulpa nojeke noje kuato y me alto entonses yo me cage en sus muertos y llevamos 3 o 4 meses sin ablarnos y yo a la tati no le e dixo na y a puesto de to n las esakalerillas ke si puta noseke y la isa tambien empezo a meter el palo en kandelas ella me dijo ami ke en mi no podia konfiar nadie porke sus amigas de ante eran mejor ke las de aora"

Definitivamente, me estoy volviendo vieja...

4.9.08

Entrevista de trabajo

Entré en un despacho pequeño, sucio. Sólo se oían gritos y voces, que si María es estúpida, tú qué sabes, qué bueno está Pepito... Me acerqué a un hombre gordo, calvo y grasiento que era el único que estaba sentado, y le pregunté si era ahí para la entrevista de trabajo. Sí, sí, aquí es. ¿Aquí?. Sí, sí, siéntate. Vale, vale. Me preguntó de todo, desde mi edad hasta qué haría en el caso hipotético de que Bin Laden pusiera una bomba en su empresa. Yo le miraba a los ojos y le intentaba hablar con toda honradez. Él, ni siquiera me miraba, escribía algo en un papel (que ponía quiniela) y, de vez en cuando, levantaba la cabeza para sonreirme sin ganas. Al final me da la mano y me dice que le he gustado mucho, que el lunes sin falta me llamará, para bien o para mal.
Llega el lunes, una del mediodía, y nada. Trabajarán por la tarde, digo yo. Lunes a las 8, nada. Lo dejarán para lo último. 10 de la noche. No me han llamado. Me queda la opción de llamar mañana a primera hora. A lo mejor lo que quieren es eso, ver interés.
Martes por la mañana. ¿Está Don Bartolo Mendrugo?. Pues no, de parte de quién. De Silvia María Álvarez. Tuve con él una entrevista el jueves. Pues no, ahora mismo no está. ¿Sabe cuándo puedo contactar con él?. Pues no. ¿Estará esta tarde?. Pues no lo sé. Pues muchas gracias por toda la información.
Después de pasar toda la noche del martes sin dormir decidí que tenía que hacer algo. Voy a ir al despacho. Me presenté a primera hora, con ojeras y la cara gris (para mí madrugar es equivalente a la tortura china para la gente normal). Más que una persona parecía un perro. Venía a pedir explicaciones cuando sabía que no las había. Venía a matar (verbalmente) a quien hiciera falta. Ésta no era la primera vez que me pasaba. Nunca me habían dado explicaciones, hoy, por encima de mi cadáver, me las iban a dar.
El despacho estaba más abarrotado que nunca. Funcionarias con sus bebés en brazos, hombres delante de la televisión mientras se toman un café, un enano que pasa corriendo (todo lo que le dejan sus piernecitas) detrás de un balón de fútbol, algunos estaban echando una cabezadita, apoyados en la mesa, o en el respaldo de la silla, o encima de la mesa, o en medio del pasillo... Tuve que saltar a un "durmiente" como pude y llegué al lugar de la entrevista. Y allí estaba el mismo gordo y seboso calvo. Buenos días. Se asustó, estaba a punto de formar parte del grupo de los "durmientes". Ah, ¿¡qué quieres?!. Que me diga por qué no me llamaron el lunes. Si hay algún problema pienso solucionarlo, soy capaz de adaptarme a lo que me pidan, soy trabajadora, sólo tienen que decirme qué es lo que quieren... Pero en ese momento me dí cuenta. Él no me estaba escuchando. Allí no había nadie trabajador ni adaptable. Me pregunté qué hacía yo allí. Pero me volvió a crecer la duda y las ganas de saber por qué. Así que se lo volví a preguntar. ¿Entonces por qué?. Estaba mirando hacia abajo, escribiendo algo en su papel, cuando dejó de hacerlo, agachó la cabeza, cada vez más, hasta que la apoyó en la mesa. Esperé. Quizá estaba pensando en cómo decírmelo. Cuando empecé a oir ronquidos. No me lo podía creer. Me entraron ganas de apretar su carne sebosa hasta hacerle aparecer la lengua y ver sus ojos salidos de sus órbitas saludando a su nuevo estado inerte. Miraba su piel grasienta. La calva con algunos pelillos casi rizados. Y la baba que iba cayendo poco a poco en la mesa. Cogí una silla, la levanté por encima de mí... Pero alguien me sujetó. Volví la cabeza y ví a todos mirándome. El enano, los niños, los hombres de las teles (que ya no sonaban), las funcionarias, los durmientes, todos, me miraban. Pero eran distintos. Un tono gris les teñía, incluso, diría, casi mortecino. Un bebé de unos dos años (gris también) se agarraba la cara y se arrancaba de cuajo una mejilla. La observó partíendose de risa, y me la tiró a los pies. Entonces entendí. Salí corriendo hacia la puerta, pero me cerraron el paso en cuando se dieron cuenta de mis intenciones. Intenté zafarme, algunos me cogían del brazo, pero otros nuevos aparecían. Y de pronto empecé a oir unas voces, primero lejanas, luego completamente audibles, hasta convertirse en alaridos. Y siempre decían lo mismo. "Para tí, no". "Para tí, no".

3.9.08

Everness


Sólo una cosa no hay. Es el olvido.

Dios, que salva el metal, salva la escoria
Y cifra en Su profética memoria
las lunas que serán y las que han sido.

Ya todo está. Los miles de reflejos
que entre los dos crepúsculos del día
tu rostro fue dejando en los espejos
y los que irá dejando todavía.

Y todo es una parte del diverso
cristal de esa memoria, el universo;
no tienen fin sus arduos corredores
y las puertas se cierran a tu paso;
sólo del otro lado del ocaso
verás los Arquetipos y Esplendores.
J.L.Borges