31.12.05

Todavía viva

Aquí estoy. Sin ganas de escribir, pero con la necesidad de decir algo. ¿El qué?. No lo sé. El folio está en blanco y se me dibujan imágenes, todas parecidas. Tendré poca imaginación. Intento escapar de las ideas de siempre, pero vuelvo a caer en mis propios tópicos.
Ayer hubo susto. Cuando alguien se pone enfermo en Navidades es como más desgracia aún. Y esta noche, además, comeré las uvas en el hospital esperando la llegada de mi sobrino. Si es que las como. Aunque me da igual, no me gustan las uvas.
A veces parece que todo sale al revés. Debería haberlo conseguido antes de que naciese, pero no. El crío se adelantó, y yo me atrasé.
Qué indiferente, qué frío y pesimista suena todo esto. No me gusta. Pero no puedo evitarlo, como dice Valmont, no puedo evitarlo. Me gustaría escribir algo con humor, optimista...No puedo...Siempre es alegre la venida al mundo de un niño...Pero va a traer problemas este bebé, y no puedo olvidarme de eso.
Una vez me dijeron que no se le podía pedir tanto a la vida, que entonces todo se vuelve frustración. Desde entonces pienso que mis desilusiones son fruto de las enormes esperanzas que tengo en la vida, en la humanidad. Hasta que llega el palo, la derrota, el cabreo, la tristeza y de nuevo las esperanzas, la ilusión...Hasta la siguiente caída. Así que, si a alguien le importa, no os pongáis tristes porque yo lo esté. Simplemente vedlo como mi continua cadena de deseos e impotencias, de ilusiones y decepciones. Como el ciclo de la vida (ahora me parezco al rey león), nacimiento y muerte. Cuanto más "extremado" se es, sensible, apasionado, vitalista, o como se quiera llamar, vives todo más a fondo. Hasta el último detalle se te graba a fuego. Los sueños son mayores y más altos. Pero las caídas más profundas. A veces soy adoradora de mi imposible moderación. Otras veces se me dibuja como el sueño de la muerte en vida. Y para bien, o para mal, por lo menos por ahora, quiero sentirme viva. Aunque sea a base de golpes. Así que,en el nuevo año, abriré los brazos a los fracasos y los saludaré con un: "aquí estoy, todavía, viva".

28.12.05

Para los que sólo tienen "La otra Navidad"

Ten Esperanza. Si hay nubarrones, si hay desengaños y no ilusiones, descoge el ceño, su sombra es vana, que a toda noche sigue un mañana.

Ten Fe. Doquiera tu barca empujen brisas que braman u ondas que rugen, Dios (no lo olvides) gobierna el cielo, y tierra, y brisas, y barquichuelo.

Ten Amor, y ama no a un ser tan sólo, que hermanos somos de polo a polo, y en bien de todos tu amor prodiga, como el sol vierte su lumbre amiga.

Crece, ama, espera! Graba en tu seno las tres, y aguarda firme y sereno fuerzas, donde otros tal vez naufraguen, luz, cuando muchos a oscuras vaguen.

Schiller

La otra Navidad

Las cañerías están atascadas. Todo huele a mierda. Huyendo del olor comí ayer fuera en un restaurante. No había otro sitio que al lado de los sevicios. Una corriente helada venía de vez en cuando a enfriar mis pensamientos. Navidad. Cada luz o muñeco que veo me recuerda qué pocas posibilidades tengo de celebrar nada. Lo parecidos que son estos días a uno normal, y qué lejos está lo que yo creía Navidad. Millones de personas en el mundo, y a todos los siento tan lejos, tan falsos, tan prediseñados. Creeríais que ahora vienen los recuerdos de cuando tenía Navidad. Pero no. Ya no me creo ni eso. O es que simplemente no me acuerdo. No lo sé. Lejanía. Todo tan lejos. Recuerdos, esperanzas, fiestas, sonrisas. Estoy anestesiado a todo. No noto nada excepto asco, temor y pena. Quisiera huir, huir, pero no sé a dónde. Volar muy alto, fuera de aqui. Pero me perseguiría el olor a mierda allá donde fuese. Caer, caer hacia abajo metros y metros, notar el aire del descenso en la cara, y un segundo tan rápido, sin transición. Algo frío en la sien derecha. Un ruido brusco, tremendo, y todo terminado. Nada podrá ser tan malo como esto. Y es el único modo de quitarme el olor de encima.

20.12.05

Ante las ruinas

Dame un abrazo que borre todos los miedos y dudas.
Sujeta los extremos de mis penas, que el suelo se tambalea.
Que todo el universo se serene ante tus palabras,
que el cielo respire azul tus noches,
que huela a nube cálida y vaho sin frío.

Acércate sincero a mi genio quebrado,
rescata los dolores escondidos y cámbialos
en risas tontas e indiferencia estúpida.
Si la vida aprieta, pero bien,
si la vida hiere en lo más hondo,
que tu sonrisa cicatrice pasados
y calme obsesiones.

Yo poco podré hacer, convencer inútil
a la retórica de que seas feliz,
darte la mano sin soltarte ante los baches,
y decirte que soy, que estoy.
Poco más. Nada más.

15.12.05

A mis soledades voy

A mis soledades voy,
de mis soledades vengo,
porque para andar conmigo
me bastan mis pensamientos.
¡No sé qué tiene la aldea
donde vivo y donde muero,
que con venir de mí mismo
no puedo venir más lejos!
Ni estoy bien ni mal conmigo;
mas dice mi entendimiento
que un hombre que todo es alma
está cautivo en su cuerpo.
Entiendo lo que me basta,
y solamente no entiendo
cómo se sufre a sí mismo
un ignorante soberbio.
De cuantas cosas me cansan,
fácilmente me defiendo;
pero no puedo guardarme
de los peligros de un necio.

Lope de Vega

13.12.05

Tres personajes en busca de autor. Sonia

Tuve la seguridad de que iba a hacerlo desde el principio, a costa de lo que fuese, no podía seguir así. Me fui a su ciudad, lo busqué por trabajos y casas. Con el poco dinero que me llevé dormía en hotelitos de mala muerte, con agujeros en las sábanas y comía bocadillos. Me costó encontrarlo, pero un buen día, siguiendo el rastro del empleo anterior, lo ví. Los pies un poco para adentro, la sonrisa exagerada e imprevisible, todo igual. Excepto la expresión, mucho más desesperanzada, como ausente. Cogió el coche y, por ese día, lo perdí. Durante un año espié su rutina, sus hábitos, y ya sé dónde suele ir. Cuando se enfada con su mujercita va solo a salas de conciertos y bares a ver qué señorita solitaria cae en sus redes. Casi siempre cae alguna. Se las lleva a su pisito de soltero y lo abandonan al amanecer, lo justo para que le dé tiempo de llegar a su casa sin sospechas no más fundadas que de costumbre.
Me quedé sin dinero, así que me planteé ir a casa, pero me es imposible. Debo estar aqui. Así que empecé a alargar la mano y esperar a que me la llenasen, los desconocidos, de monedas. Pero no daba para casi nada. Dormía en los parques, portales. Les decía que se me habían quedado las llaves en el piso y normalmente me dejaban. Mientras le esperaba, dibujé lo que diferenciaba un día del anterior. Sólo eso. Sin repetir nunca lo que ya había dibujado. Y llegó un momento en el que ya no pude pintar nada. Es hora de hacer algo.
El portero de su oficina ya me conocía y no sabía qué hacer conmigo. Una chica joven que pinta todos los días delante del edificio gris y que se va cuando ya todos se han ido. Una mañana se me acercó, intrigado, y me preguntó que qué hacía allí todas las mañanas. Le conté todo, incluido desde que nací, y esa noche dormí en sábanas limpias, colchón mullido y con el estómago lleno. Me volvió a ver, pero se hizo el desentendido. Ya estuvo solucionado el problema portero. Aunque le cogí cierto cariño, fue el único al que hablé en más de un año, y estaba tan limpia su cama.
Había que hacer algo, pregunté si sobraban trabajos, de lo que fuese. No sobraban, claro. Pero no paré hasta que pude hablar con el director. Un viejo verde y gordo que sólo tenía ojos para el roto de mi pantalón a la altura del muslo. Mejor, más fácil. Me dijo que seguro que habría solución para una chica tan guapa como yo. Y la hubo. Me dió el trabajo. Después de arcadas, pesadillas y repugnancia durante tres noches. Carnes temblonas al ritmo de mi angustia. Tres noches. Pero logré el empleo en su misma oficina. No podía verme. Ahora tenía que ingeniármelas para que no me conociese. Esperaré a tener dinero y me teñiré el pelo, por ejemplo, no puede saber que estoy aqui.

6.12.05

Si

Si guardas en tu puesto, la cabeza tranquila, cuando todo a tu lado es cabeza perdida. Si tienes en ti mismo una fé que te niegan y no desprecias nunca las dudas que ellos tengan. Si esperas en tu puesto, sin fatiga en la espera. Si engañado, no engañas. Si no buscas más odio, que el odio que te tengan...Si eres bueno y no finges ser mejor de lo que eres. Si al hablar no exageras lo que sabes y quieres. Si sueñas, y los sueños no te hacen su esclavo. Si piensas y rechazas lo que piensas en vano. Si tropiezas el triunfo, si llega tu derrota, y a los dos impostores les tratas de igual forma. Si logras que se sepa la verdad que has hablado, a pesar del sofismo del orbe encanallado. Si vuelves al comienzo de la obra perdida, aunque esta obra sea la de toda tu vida. Si arriesgas en un golpe y lleno de alegría, tus ganancias de siempre, a la suerte de un día, y pierdes, y te lanzas de nuevo a la pelea, sin decir nada a nadie de lo que es y lo que era. Si logras que tus nervios y el corazón te asistan, aun después de su fuga, de tu cuerpo en fatiga, y se agarren contigo cuando no quede nada, porque tú lo deseas y lo quieres, y mandas. Si hablas con el pueblo y guardas tu virtud. Si marchas junto a reyes con tu paso y tu luz. Si nadie que te hiera, llegue a hacerte la herida. Si todos te reclaman y ninguno te precisa. Si llenas un minuto envidiable y cierto, de sesenta segundos que te lleven al cielo....Todo lo de esta tierra, será de tu dominio, y mucho más aún, serás hombre, hijo mío.

Rudyard Kipling

3.12.05

Gustavo

Nació sin sentir, no dió tiempo ni de venir al médico, del hambre que tenía. No le bastó con el pecho, tomaba también biberón. Se reía por nada, vestido con su albornoz y los puños apretados, como un boxeador precoz. Soy el dragón de la dronguinela, que cojo tu colita y te la como entera. Y, y, y, como me pongaz otto cedo llamo a mi papá, y viene, y te pega do ho-tia. En esos veranos todas las ventanas se dejaban abiertas y sólo se escuchaba la sintonía del "un, dos, tres". Toda la familia embobados e iluminados al compás del programa. Su grupo de amigos y él se agachaban, sin hacer ruido, ssshhhhh, lanzaban un petardo y salían corriendo a esconderse. ¡Quién ha sido, me cago en los niños, como os coja!. Recogía gorriones caídos del nido y los criaba. La mayoría se le morían. Lloraba, rabiaba, pero en seguida salía a buscar más desamparados. Tuvo tres, dos machos y una hembra especiales. La hermana que hacía de madre y cantaba como un ruiseñor, Gabi se escapó y Peque, por fin, murió de viejo. Se le subía a la cabeza, se escondía en el bolsillo de la camisa, recorría los altos de los armarios y hacía su trinchera encima de los libros. Se parapetaba hasta que aparecía un dedo y saltaba encolerizado croando, más que piando, e hinchándose. Hecho todo un globo de plumas y malos modos le endurecía el dedo de tanto picotazo.
Y un día decidió ir a la playa, aparentemente relajado, para disfrutar lo que le quedaba. Respiraba hondo mirando hacia las olas y a las gaviotas que cruzaban el cielo. Ese día había más gaviotas que nunca, parecían bañistas domingueras en el suelo, pero en el cielo, como el albatros, eran extrañas, se acercaban demasiado, se notaba hasta el aire que movían en sus aleteos, intentando no pensar que podía ser una premonición, negativa, una despedida. Del que amó tanto a los pájaros.
Temblaba con su pijama azul de hospital, pero dibujaba una media sonrisa como podía. No os preocupéis, no es nada.
Vino un celador, cogió su cama, con ruedas, y se lo llevó. Lo seguimos, con el corazón en un puño. Él hablaba y hablaba. No os preocupéis, no pasa nada. Hasta que llegamos a un pasillo. Despídete. Ahora mismo os veo. Si, sí, no es nada. Los músculos de la cara dejaron de responderle, se le cayó el gesto al suelo y empezó a llamarnos. Sólo decía nuestro nombre. Y agarraba la mano de ella, desesperado, con los nudillos blancos de la presión. La camilla tamborileaba, su gargantaba se cerró, no pudo soltar una palabra más y, en cuanto salió la primera lágrima, soltó la mano, volvió la cabeza y se lo llevaron. Cada uno de nosotros nos dispersamos, escuché gritos, no sé qué decian, jadeos, lloros, y alguien sentado hierático, congelado, mirando una pared.
Tenía la piel morena, suave y brillante como cuando vestía el albornoz de boxeador. Qué bonito estaba, era algo hermoso. Siempre se duchaba dos veces al día y olía como los ángeles. Don Limpio le llamaba. Ahora tenía el pecho abierto, con un esparadrapo del cuello al ombligo. Todo el torso lo tenía manchurreteado todavía de sangre. Las manos heladas y vibrando al ritmo de una respiración artificial que salía de un acordeón de viento, rodeado de tubos y cables que acababan en él. Daba igual. No daba miedo, no era parte de un aparato. Estaba bellísimo. Aunque sus costillas estaban separadas, aunque su espalda era el doble de ancha, inflamada, dilatada. Aunque su boca se prolongaba en un plástico gris.
Me dijo que tenía miedo, sólo a mi. Sólo conmigo se desató, roto, desesperanzado. No se lo digas a nadie más. Puede pasar cualquier cosa. No pienses en eso, no es así, ya verás. Ojalá. Mirando hacia abajo, caído bajo un peso enorme, indefenso, vulnerable vulnerado. Me cogió la mano, para despedirme. No quería centrarme en esa mano. Tengo que animarle. Yo, caída bajo un peso enorme, no pasa nada, tranquilo, ya verás, creéme. Y me llevé su gesto, sus lágrimas que secaba ya para la próxima visita. Tan blanco, tan brillante y hermoso como un ángel.

1.12.05

Gira, gira.

Me refugio en relatos para no tener que contar una vida rutinaria, mediocre y triste. Si contase mi vida tendría que reconocer que, con mi edad, cerca de los treinta ya, no tengo nada propio. Que todo lo poco que he conseguido me ha costado sudores y lágrimas. En cada viaje que hice me dejé cosas por el camino y sólo me tengo a mi. Alguien que tiene que creerse segura, capaz, influyente, para conseguir algo. Pero me canso de todo eso y chillo aunque sea con mis gestos que sigo siendo la misma niña con dudas, en busca de protección, con miedo a todo, que le afecta todo, que no soporta ver a alguien pasándolo mal, un mendigo, un perro muerto, ya tiene el día por los suelos. Unas veces orgullosa de saberse parte del problema, y no lavarse las manos ante ello, otras veces de gilipollas para arriba por implicarse en cosas sin solución. Todo es un papel más. En el trabajo la responsable, puntual, seria y observadora. En el momento de salir sabes que es una obra sin escenario, todo. Y llegas a tu casa de noche, cansada, el corazón acelerado, ahora te toca estar contigo a solas, sin personajes. Y te das cuenta de que tú no eres más que tus miedos, tus preocupaciones y ese silencio tan inmenso que se hace a tu alrededor, más oscuro que la noche y tan mentira como tú. Piensas que total para qué, la realidad te ha llegado hasta el cuello y sabes que no hay nada detrás. Sólo otro día, otra mañana, otra noche que esperas que no sea en vela. Y con la sensación de que un buen día es un día con mucha actividad que te distraiga, y en que llegues a conseguir no recordar que te estás distrayendo. Olvidarse de pensar y de darse cuenta de que piensas. Y sólo vivir. Tan simple y tan difícil.