16.5.13

LOS PORTADORES DE SUEÑOS




En todas las profecías
está escrita la destrucción del mundo.
Todas las profecías cuentan
que el hombre creará su propia destrucción.

Pero los siglos y la vida
que siempre se renueva
engendraron también una generación
de amadores y soñadores;
hombres y mujeres que no soñaron
con la destrucción del mundo,
sino con la construcción del mundo
de las mariposas y los ruiseñores.

Desde pequeños venían marcados por el amor.
detrás de su apariencia cotidiana
guardaban la ternura y el sol de medianoche.
Las madres los encontraban llorando
por un pájaro muerto
y más tarde también los encontraron a muchos
muertos como pájaros.
Estos seres cohabitaron con mujeres traslúcidas
y las dejaron preñadas de miel y de hijos verdecidos
por un invierno de caricias.
Así fue como proliferaron en el mundo los portadores sueños,
atacados ferozmente por los portadores de profecías
habladoras de catástrofes.
Los llamaron ilusos, románticos, pensadores de utopías
dijeron que sus palabras eran viejas
y, en efecto, lo eran porque la memoria del paraíso
es antigua al corazón del hombre.
Los acumuladores de riquezas les temían
lanzaban sus ejércitos contra ellos,
pero los portadores de sueños todas las noches
hacían el amor
y seguía brotando su semilla del vientre de ellas
que no sólo portaban sueños sino que los
multiplicaban y los hacían correr y hablar.
De esta forma el mundo engendró de nuevo su vida
como también había engendrado
a los que inventaron la manera
de apagar el sol.

Los portadores de sueños sobrevivieron a los
climas gélidos pero en los climas cálidos casi parecían brotar por
generación espontánea.
Quizá las palmeras, los cielos azules, las lluvias
torrenciales tuvieron algo que ver con esto,
la verdad es que como laboriosas hormiguitas
estos especimenes no dejaban de soñar y de construir
hermosos mundos,
mundos de hermanos, de hombres y mujeres que se
llamaban compañeros,
que se enseñaban unos a otros a leer, se consolaban
en las muertes,
se curaban y cuidaban entre ellos, se querían, se
ayudaban en el
arte de querer y en la defensa de la felicidad.

Eran felices en su mundo de azúcar y de viento,
de todas partes venían a impregnarse de su aliento,
de sus claras miradas,
hacia todas partes salían los que habían conocido
portando sueños soñando con profecías nuevas
que hablaban de tiempos de mariposas y ruiseñores
y de que el mundo no tendría que terminar en la
hecatombe.
Por el contrario, los científicos diseñarían
puentes, jardines, juguetes sorprendentes
para hacer más gozosa la felicidad del hombre.


Son peligrosos - imprimían las grandes rotativas
Son peligrosos - decían los presidentes en sus discursos
Son peligrosos - murmuraban los artífices de la guerra.
Hay que destruirlos - imprimían las grandes rotativas
Hay que destruirlos - decían los presidentes en sus discursos
Hay que destruirlos - murmuraban los artífices de la guerra.

Los portadores de sueños conocían su poder
por eso no se extrañaban
también sabían que la vida los había engendrado
para protegerse de la muerte que anuncian las
profecías y por eso defendían su vida aun con la muerte.
Por eso cultivaban jardines de sueños
y los exportaban con grandes lazos de colores.
Los profetas de la oscuridad se pasaban noches y días enteros
vigilando los pasajes y los caminos
buscando estos peligrosos cargamentos
que nunca lograban atrapar
porque el que no tiene ojos para soñar
no ve los sueños ni de día, ni de noche.

Y en el mundo se ha desatado un gran tráfico de
sueños que no pueden detener los traficantes de la muerte;
por doquier hay paquetes con grandes lazos
que sólo esta nueva raza de hombres puede ver
la semilla de estos sueños no se puede detectar
porque va envuelta en rojos corazones
en amplios vestidos de maternidad
donde piesecitos soñadores alborotan los vientres
que los albergan.

Dicen que la tierra después de parirlos
desencadenó un cielo de arcoiris
y sopló de fecundidad las raíces de los árboles.
Nosotros sólo sabemos que los hemos visto
sabemos que la vida los engendró
para protegerse de la muerte que anuncian las
profecías.


GIOCONDA BELLI

30.1.13

Necesito poco y lo poco que necesito, lo necesito poco

> Será porque tres de mis más queridos amigos se han enfrentado
> inesperadamente estas Navidades a enfermedades gravísimas. O porque,
> por suerte para mí, mi compañero es un hombre que no posee nada
> material pero tiene el corazón y la cabeza más sanos que he conocido y
> cada día aprendo de él algo valioso. O tal vez porque, a estas alturas
> de mi existencia, he vivido ya las suficientes horas buenas y horas
> malas como para empezar a colocar las cosas en su sitio. Será, quizá,
> porque algún bendito ángel de la sabiduría ha pasado por aquí cerca y
> ha dejado llegar una bocanada de su aliento hasta mí. El caso es que
> tengo la sensación –al menos la sensación– de que empiezo a entender
> un poco de qué va esto llamado vida.
>
> Casi nada de lo que creemos que es importante me lo parece. Ni el
> éxito, ni el poder, ni el dinero, más allá de lo imprescindible para
> vivir con dignidad. Paso de las coronas de laureles y de los halagos
> sucios. Igual que paso del fango de la envidia, de la maledicencia y
> el juicio ajeno. Aparto a los quejumbrosos y malhumorados, a los
> egoístas y ambiciosos que aspiran a reposar en tumbas llenas de
> honores y cuentas bancarias, sobre las que nadie derramará una sola
> lágrima en la que quepa una partícula minúscula de pena verdadera.
> Detesto los coches de lujo que ensucian el mundo, los abrigos de
> pieles arrancadas de un cuerpo tibio y palpitante, las joyas
> fabricadas sobre las penalidades de hombres esclavos que padecen en
> las minas de esmeraldas y de oro a cambio de un pedazo de pan.
>
> Rechazo el cinismo de una sociedad que sólo piensa en su propio
> bienestar y se desentiende del malestar de los otros, a base del cual
> construye su derroche. Y a los malditos indiferentes que nunca se
> meten en líos. Señalo con el dedo a los hipócritas que depositan una
> moneda en las huchas de las misiones pero no comparten la mesa con un
> inmigrante. A los que te aplauden cuando eres reina y te abandonan
> cuando te salen pústulas. A los que creen que sólo es importante tener
> y exhibir en lugar de sentir, pensar y ser.

> Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan
> sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas
> cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama.
> El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de
> los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche.
> El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo
> demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi
> conciencia esté tranquila.
>
> También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por
> los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda
> la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para
> disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar
> desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la
> suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada.
> Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de
> ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una mujer amargada,
> pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito
> de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por
> aquí. Sólo quiero eso. Casi nada o todo.


Ángeles Caso

Artículo publicado en La Vanguardia

16.1.12

1985

Son ya las once y mis hermanos están pegando gritos para que despierte ¡han llegado los reyes! Las voces hacen eco en la casa sin muebles. En el salón sólo hay tres bultitos. En el suelo veo la bici de muñeca que mi padre me regaló dos días antes. Entre sus ruedas hay un desgastado y pequeño billete. Estoy a punto de echar a llorar, cuando aparece mi madre con un paquete enorme de cartón. Sé que es de mi abuela, porque los reyes no envuelven los regalos. Hay dulces, embutidos de pueblo, ropa para mi hermana, juguetes para mi hermano y algo para mí. Una muñeca con los ojos negros achinados, toda de blanco, con el pelo azabache y muy largo. Le doy cuerda y suena una musiquilla oriental. En la carta que llega con el paquete mi abuela cuenta que me regaló esa muñeca porque le recuerda a mí.

1982

Siempre me toca mantequilla en los recreos. No sé qué creencias de mi madre sustentan ese fanatismo: Jamón York con mantequilla, salchichón con mantequilla... Veo a mis compañeros con donuts, bollicaos y phoskitos y me siento menos. Pero eso sí: tengo los mejores hermanos. Él llega del colegio de los mayores con sonrisa de golfillo y se convierte en el jefe de los niños de mi clase. Todos le siguen, corriendo palo en ristre, para pegarle a los malvados, imaginarios o reales, que llenan el barrio. Mi hermana me trae los bocadillos, y se esfuerza en quitarles la mantequilla. Mientras mis compañeros juegan a acción, verdad o beso, yo me quedo esperándoles.

31.12.11

Poco se sabe

Yo no sabía que

no tenerte podía ser dulce como

nombrarte para que vengas aunque

no vengas y no haya sino

tu ausencia tan

dura como el golpe que

me di en la cara pensando en vos.


Juan Gelman

4.12.11

"Me olvidaba decirte que tengo unas ganas de hacerte el amor que no te puedes imaginar

"Me olvidaba decirte que tengo unas ganas de hacerte el amor que no te puedes imaginar, pero esto no se lo diré a nadie, sobre todo a ti. Deberían torturarme para obligarme a decirlo. ¿Decir qué? Que quiero hacer el amor contigo, no sólo una vez, sino cientos de veces, pero a ti no te lo diré nunca; solo si me volviera loco te diría que haría el amor contigo aquí, delante de tu casa, toda la vida".
Guido Orefice

29.11.11

SIEMPRE CON LOS COLORES A CUESTAS


No olvido cuando rojos y negros

Corríamos delante de los grises
Poniéndoles verdes.
Cuando rojos y verdes
Temblábamos bajo los azules (de camisa)
Bordada en rojo ayer.
Asco color marrón
Que siempre huele a pólvora.
Páginas amarillas leo hoy
Para encontrar a un fontanero
Que no me clave.
Siempre con los colores a cuestas.
Siempre con los colores en la cara
Por la vergüenza de ser honesta.
Siempre con los colores en danza.
Azul contra rojo
Negro contra marrón
Como si uno fuera Dalí o Miró.

Gloria Fuertes

21.11.11

El alma tenías...


El alma tenías
tan clara y abierta,
que yo nunca pude
entrarme en tu alma.
Busqué los atajos
angostos, los pasos
altos y difíciles...
A tu alma se iba
por caminos anchos.
Preparé alta escala
-soñaba altos muros
guardándote el alma-,
pero el alma tuya
estaba sin guarda
de tapial ni cerca.
Te busqué la puerta
estrecha del alma,
pero no tenía,
de franca que era,
entrada tu alma.
¿En dónde empezaba?
¿acababa, en dónde?
Me quedé por siempre
sentado en las vagas
lindes de tu alma.

Pedro Salinas

17.10.11

SUEÑO DE BARRILETE

Prestale tu piolín
a los pebetes,
que nadie remontó mejor
mi barrilete.

Desde chico ya tenía en el mirar
esa loca fantasía de soñar,
fue mi sueño de purrete
ser igual que un barrilete
que elevándose entre nubes
con un viento de esperanzas sube, y sube.
Y crecí en ese mundo de ilusión,
y escuché sólo a mi propio corazón,
más la vida no es juguete
y el lirismo es un billete sin valor.

Yo quise ser un barrilete
buscando altura en mi ideal,
tratando de explicarme
que la vida es algo más
que darlo todo por comida.
Y he sido igual que un barrilete,
al que un mal viento puso fin,
no sé si me falló la fe la voluntad,
o acaso fue que me faltó piolín.

En amores sólo tuve decepción,
regalé por no vender mi corazón,
hice versos olvidando
que la vida es sólo prosa dolorida
que va ahogando lo mejor
y abriendo heridas, ¡Ay! la vida.
Hoy me aterra este cansancio sin final,
hice trizas mi sonrisa de cristal,
cuando miro un barrilete
me pregunto: ¿Aquél purrete dónde está?



Letra: Eladia Blázquez
Música: Eladia Blázquez
Año: 1960

21.6.11

No me arrepiento de nada




Desde la mujer que soy,
a veces me da por contemplar
aquellas que pude haber sido;
las mujeres primorosas,
hacendosas, buenas esposas,
dechado de virtudes,
que deseara mi madre.
No sé por qué
la vida entera he pasado
rebelándome contra ellas.
Odio sus amenazas en mi cuerpo.
La culpa que sus vidas impecables,
por extraño maleficio,
me inspiran.
Reniego de sus buenos oficios;
de los llantos a escondidas del esposo,
del pudor de su desnudez
bajo la planchada y almidonada ropa interior.

Estas mujeres, sin embargo,
me miran desde el interior de los espejos,
levantan su dedo acusador
y, a veces, cedo a sus miradas de reproche
y quiero ganarme la aceptación universal,
ser la "niña buena", la "mujer decente"
la Gioconda irreprochable.
Sacarme diez en conducta
con el partido, el estado, las amistades,
mi familia, mis hijos y todos los demás seres
que abundantes pueblan este mundo nuestro.

En esta contradicción inevitable
entre lo que debió haber sido y lo que es,
he librado numerosas batallas mortales,
batallas a mordiscos de ellas contra mí
-ellas habitando en mí queriendo ser yo misma-
transgrediendo maternos mandamientos,
desgarro adolorida y a trompicones
a las mujeres internas
que, desde la infancia, me retuercen los ojos
porque no quepo en el molde perfecto de sus sueños,
porque me atrevo a ser esta loca, falible, tierna y vulnerable,
que se enamora como alma en pena
de causas justas, hombres hermosos,
y palabras juguetonas.
Porque, de adulta, me atreví a vivir la niñez vedada,
e hice el amor sobre escritorios
-en horas de oficina-
y rompí lazos inviolables
y me atreví a gozar
el cuerpo sano y sinuoso
con que los genes de todos mis ancestros
me dotaron.

No culpo a nadie. Más bien les agradezco los dones.
No me arrepiento de nada, como dijo la Edith Piaf.
Pero en los pozos oscuros en que me hundo,
cuando, en las mañanas, no más abrir los ojos,
siento las lágrimas pujando;
veo a esas otras mujeres esperando en el vestíbulo,
blandiendo condenas contra mi felicidad.
Impertérritas niñas buenas me circundan
y danzan sus canciones infantiles contra mí
contra esta mujer
hecha y derecha,
plena.

Esta mujer de pechos en pecho
y caderas anchas
que, por mi madre y contra ella,
me gusta ser.

(Gioconda Belli)


31.5.11

"Eternal sunshine of the spotless mind"

" ¡Qué feliz es la suerte de la vestal sin tacha! Olvidarse del mundo, por el mundo olvidada. ¡Eterno resplandor de la mente inmaculada! Cada plegaria aceptada, cada deseo vencido." A. Pope




"Muchos hombres creen que soy un concepto, o que quizás les complemento, o que voy a darles vida. Sólo soy una mujer jodida que busca su propia paz de espíritu, no me asignes la tuya... "

"¿Por qué no me llevas a otro lugar? A un lugar al que yo no pertenezca y nos escondemos hasta mañana."

"No me cuentas nada, Joel. Yo soy un libro abierto... Te lo cuento t-o-d-o. Cada puñetera y vergonzosa cosa. No confías en mi.
Hablar sin cesar no significa comunicarse.
Yo no hago eso. Quiero conocerte.
Mmmm...
¡No hablo sin cesar! Joder, las personas deben compartir cosas. Eso es tener intimidad. Me cabrea mucho que hayas dicho eso de mi.
Lo siento, es solo que mi vida no es muy interesante.
Quiero leer los diarios en los que siempre garabateas, ¿qué escribes en ellos si no tienes ni ideas, ni pasiones ni... amor?"