3.11.09

Raros

Son dos hermanas de unos cincuenta años. Tienen el pelo a cepillo y visten como hace décadas, con zapatos de cordones, calcetines y falda. Van y vienen a la ciudad cada día unas cuatro veces. Se sientan en el autobús, cada una en una punta, y se ponen a hablar a gritos. Casi siempre es sobre su folklórica favorita o el programa de la tele de búsqueda de parejas para viejecitos. Una tarde iba a bajar del autobús cuando sentí que me sujetaban. Era de una de ellas, que me preguntaba si prefería a la Jurado o a la Pantoja.
Otro día, en un bar de la ciudad, estaba tomando café con alguien cuando se acercaron, cogieron unas sillas y se sentaron en nuestra mesa. Sin mirarnos, sacaron pan de sus bolsos y, en la tapa de pulpo que habían pedido, se pusieron a rebañar.
Fueron ellas y Juanillo los que salieron en el programa. En la tele echan un concurso de cantantes que recorre los distintos pueblos de Andalucía. Cuando vinieron a este sólo se veía en primer plano a las hermanas y a Juanillo, más conocido como “Bobyvuela”. No habla, se comunica por gruñidos y gestos. Tenía un perro que iba a todos lados con él. Durante un tiempo le dio por decir que su perro Boby quería volar. Así que un día lo puso en el alféizar de la ventana, le gritó ¡Boby, vuela!, y lo empujó.

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