Yo siempre había odiado las moscas; el cosquilleo que hacen al posarse sobre la frente o sobre la calva-transcurridos los años da lo mismo-; el ruido como de pequeños aviones que hacen el zumbar en las orejas. Pero lo verdaderamente horrible es cómo se posan en nuestros ojos abiertos que ya no podemos cerrar, cómo se meten en el hueco de nuestras narices, cómo entran en grupo en nuestra boca abierta que quisiéramos mantener cerrada, sobre todo cuando hemos quedado tendidos cara al sol, con un rifle bajo el hombro, antes sobre el hombro, pues no tuvimos tiempo de usarlo.
Jose María Méndez
4 comentarios:
que asco silvi! no podrias leer cosas que no traten de bichos??? que yo conozco gente que colecciona insectos palo y se vuelven raros raros raros...
Que buen relato...
Que pequeños somos...
Besos
Las moscas
Vosotras, las familiares,
inevitables golosas,
vosotras, moscas vulgares,
me evocáis todas las cosas.
¡Oh, viejas moscas voraces,
como abejas en abril,
viejas moscas pertinaces
sobre mi calva infantil!
¡Moscas del primer hastío
en el salón familiar,
las claras tardes de estío
en que yo empecé a soñar!
Y en la aborrecida escuela,
raudas moscas divertidas,
perseguidas
por amor de lo que vuela,
- que todo es volar -, sonoras
rebotando en los cristales
en los días otoñales...
Moscas de todas las horas,
de infancia y adolescencia,
de mi juventud dorada;
de esta segunda inocencia,
que da en no creer en nada,
de siempre... Moscas vulgares,
que de puro familiares
no tendréis digno cantor:
yo sé que os habéis posado
sobre el juguete encantado,
sobre el librote cerrado,
sobre la carta de amor,
sobre los párpados yertos
de los muertos.
Inevitables golosas,
que ni labráis como abejas,
ni brilláis cual mariposas;
pequeñitas, revoltosas,
vosotras, amigas viejas,
me evocáis todas las cosas.
Antonio Machado
¿y tú sabes por qué se frotan las patitas?
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