7.9.05

El lector se convirtió en el libro; y la noche de verano era como el ser consciente del libro


Lo que nosotros llamábamos “cultura”, espíritu, alma, lo que teníamos por bello y por sagrado, ¿era todo un fantasma, muerto hace tiempo y tenido por auténtico y vivo solamente por un par de locos como nosotros?, ¿Habrá podido ser siempre una quimera y sólo una quimera eso por lo que tanto nos afanamos nosotros los locos?.
Esfumada e irreal allí estaba la pequeña iglesia. De pronto se me representó el suceso de la tarde, la enigmática puerta de arco ojival, con la enigmática placa encima, con las letras luminosas bailoteando burlescamente. ¿Qué decían sus inscripciones? “Entrada no para cualquiera” y “sólo para locos”. Examiné con la mirada la vieja tapia deseando íntimamente que el encanto volviese a empezar y la inscripción me invitara a mí, loco, y la pequeña puerta me dejara pasar. Allí quizás estuviera lo que yo anhelaba.
Surgiendo ante mí de una oscura bocacalle, me asustó un individuo, un solitario que se recogía tarde. Sobre los hombros llevaba un palo con un anuncio. A la luz del farol intenté leer su estandarte, pero iba oscilando, no podía descifrarse nada. Entonces le llamé y le rogué que me enseñara el anuncio. Se quedó parado y en aquel momento pude leer con letras vacilantes e inseguras: teatro mágico. Entrada no para cualquiera. Sólo para locos.
-Le he estado buscando a usted – grité radiante -. ¿Qué es ese teatro?, ¿dónde?, ¿cuándo es?.
-No es para cualquiera- dijo indiferente, con voz de sueño, y apretó el paso.
-Espere- le grité, corriendo tras él-. ¿Qué lleva usted en el bolsillo?.
Sin pararse, sacó un pequeño folleto y me lo alargó. Era un librillo mal impreso, en papel malo. Cuando me puse a leer, vi , con asombro y con la impresión de que de pronto se me abría de par en par la puerta del destino, el título en la cubierta de este folleto: Tratado del lobo estepario. No para cualquiera.

No hay comentarios: