16.9.05

España

En plena guerra civil mi abuela escondió en el desván de su casa a uno de las brigadas rojas con un cura. Se hicieron todos amigos. En las montañas del sistema central otra mujer iba en burro a llevar de comer a los makis, o partisanos de la república, escondiéndose de la guardia civil. Era mi bisabuela. Y en su pueblo creció un chico que tocaba el clarinete desde pequeño. Mi padre. Un día fue a una aldea de al lado a tocar con la banda pasodobles y marchas de semana santa. Estaba todo el pueblo escuchándoles. La plaza de toros prefabricada en la que estaban empezó a crujir. La banda siguió tocando con un ojo en la partitura y otro en el suelo. Los crujidos eran ahora un bamboleo, dejaron los pasodobles y empezaron los chillidos...Todo se vino abajo, niños, ancianos, trompetas, gorras y gradas. Y el chico en el suelo miró desesperado a su tío, éste le sonrió y le dijo: "No llores ni tengas pena, que si se rompió el bombo aún queda la berenjena".

(Bombo: tambor grande
Berenjena: con lo que se golpea el tambor grande)

2 comentarios:

tipodeincógnito dijo...

Está empezando a resultarme peculiarmente odiosa esta publicidad bloggística -permítaseme el vocablo, póngase sic donde corresponda- porque suele coincidir en las mejores entradas de toda la página. Soberbia.

simalme dijo...

A veces suena a tan poco una palabra...pero gracias. Significa para mi más de lo que se puede pensar. Gracias