29.11.05

Las piedras no se pueden comer

Todavía no es Diciembre, y ya estamos en Navidad. Toda la ciudad decorada con luces, Papá Noeles, "Felicidades" y villancicos. Hay más gente en las calles que nunca, casi a cualquier hora, comprando, mirando, parejas que se dan la mano, niños pequeños con cinco o seis juguetes en cada mano, carricoches que en la multitud se hacen enormes, colores, risas y bufandas. Esta es la ciudad que anda, que corre, que tiene cosas que hacer, que mirar y que comprar. Sentados en los rincones y apoyados en las paredes está la otra Sevilla. Una anciana sin piernas en una silla de ruedas, con los ojos en el horizonte. Un cuarteto de cuerda tocando el "Adagio" de Albinoni. Chicos jóvenes, argentinos y limpios. Los peruanos, todos pequeñitos e iguales, casi tan bajitos como sus hijos, mostrando encima de las mantas los jerseys, guantes, bolsos y bufandas multicolores. Debe ser verdaderamente Navidad. El otro día pasó un coche de policía a su lado y no les dijeron nada, hicieron como que no les vieron. Y no todos son extranjeros. Hay españoles, de unos cuarenta años, sucios, muy sucios, casi negros y esqueléticos, que extienden una mano con la cabeza agachada y los ojos cerrados, como con vergüenza. Siempre son hombres, pero me extrañó ver hace unas semanas a una mujer muy joven, echada en el escalón de entrada de una casa antigua, entre cartones, acariciando a un perro muy grande y pulgoso. La miraban sorprendidos. Tan joven, tan guapa. Incluso un hombre sacó de su cartera algo así como un billete. Luego están los gitanos, nunca se sientan o se apoyan o se paran. Son los únicos que piden de manera activa, no esperan, te persiguen, te gritan y si no les das dinero, más de un euro, claro, por su ramita de romero, te maldicen, insultan y, a veces, escupen al suelo. Y fuera de la muchedumbre, en los semáforos de la ciudad, los subsaharianos que venden pañuelos, en verano sudando, cuando llueve bajo un paraguas viejo y roto atado a un gorro de lana o a la chaqueta (no sé cómo) y en invierno tiritando.
Hace unos años hicimos por Navidad un trabajo para la universidad, nuestra buena obra del año, ir a hablar con los "sin techo". Nos encontramos con un hombre de unos cincuenta años, canoso, de pelo muy largo y barba, que siempre estaba rodeado de perros y gatos, más de cinco. Fuese a donde fuese le seguían, obedecían y por las noches le daban calorcito mejor que la mejor manta. Les enseñaba a dar la patita, no se peleaban nunca entre ellos, y no se separaban de él más de dos pasos. Era Yugoslavo. En la guerra se había quedado sin casa ni familia ni trabajo, sin nada. Y tampoco se podía quedar allí, pues era bosnio en tierra servia, y le iba la vida en ello, así que tuvo que partir. Como no tenía dinero fue andando a lo largo de Europa durante años, siempre en busca de un tiempo mejor que no le hiciera más difícil dormir al aire libre, hasta que llegó a España. Le gusta por el clima, poco frío, y la gente suele ser solidaria y les ayudan, a él y a sus animales a comer. Pero cuando vienen los trabajadores sociales y le mandan a un albergue no le gusta nada. Lo de bañarse le da igual, pero lo que no soporta es dormir, mirar hacia arriba para que las estrellas le canten la nana de todas las noches, y encontrarse con un muro de ladrillo y hormigón.

24.11.05

Les mots

Se escapa la "torta", sale, y te da un bofetón. Pero si en el libro pone "torta" de dulce, de pastel. Como puede pegarme una colleja una tarta. Ellas huyen, igual que nosotros, si no están en un ambiente agradable. De una "flor" y un "sol" nace un paisaje. De la "oscuridad" y la "lluvia" la melancolía. Hay algunas que están viejas, son ancianitas cansadas de vivir, de las que sólo hacen uso los nietos, traviesos y todavía inexpertos que juegan con sus primeros amores y sus ausencias ("sin ti no soy nada", "desde que no estás no soy el mismo"...). Los seductores las conocen como nadie, las manosean, traen y llevan, mientras ellas, rendidas por su poder, se desatan en forma de milagro, en arte, belleza ("puedo escribir los versos más tristes esta noche, pensar que no la tengo, sentir que la he perdido, oir la noche inmensa, más inmensa sin ella, y el verso cae al alma como al pasto el rocío"). Pero nunca encontrarán el pretendiente perfecto, el que las sepa hacer el amor como ellas quieren, el que las perfeccionará y perpetuará. Porque siempre es cuestión de gustos, tienen que estar de acuerdo todas y...son muchas.
Se escapa el bofetón del libro y me trae un pastel. Es un paisaje donde reina la melancolía. Todas son viejas que espían a sus nietos inexpertos, esperando el milagro, lo que las perpetuará. Pero son muchas...
La torta sale en busca de un ambiente agradable, donde nunca haya lluvia. Juega con sus primeros amores, los manosea y espera el pretendiente perfecto. Pero ninguno da en sus gustos, aunque sean muchos...
Huyó en busca de soles, flores, pasteles, donde no quedase nada de oscuridad. Pero cuando salió se dió cuenta de que era viejo, no era el mismo. Habían tomado terreno las ausencias, el cansancio, los nadie, el poder. La belleza sólo era un sueño perfecto, perpetuo, con el que él mismo no estaba de acuerdo. Aunque esto no evitaba que hubiese muchos...
Creo en el "Sueño" Santo, la santa "Melancolía", la comunión de los "nadie", el perdón de los pecados, la resurrección de los muertos, y la vida eterna. Amén.

21.11.05

Vas a morir

Sale del bar con las manos en los bolsillos. Enciende un puro y se sube el cuello de la gabardina. La ciudad está húmeda y las aceras brillan. Sus pasos resuenan en toda la calle solitaria, y un camión, quizá de la basura, se oye a lo lejos. Con la cabeza hacia abajo, mirando al suelo, ve un charco rosa. Se aproxima, algo se mueve, de rosa a verde, de verde a azul. Intenta tocarlo, pero las manos sólo rozan agua. Cuando aparta el brazo aparece una cara, ni de hombre ni de mujer. Los ojos grandes y fijos en él. Vas a morir. Vas morir. Sale corriendo, los ojos desorbitados, se esconde en un callejón sin salida y, mirando hacia el charco, intenta relajarse. Se para, mira sus pies y ve que está empapado. Va aumentando poco a poco el nivel del agua, hasta llegar a las rodillas, a los muslos, a la cintura. Y entonces un reflejo rosa que se convierte en verde, luego en azul. Corriendo, esquivando los charcos, se sube en el sitio más seco que ve, mira alrededor, no hay nadie. Observa un objeto metálico encima de un banco, lo coge, lo apoya en su sien derecha y dispara. Justo encima de donde cae, ya cadáver, hay un cartel de luces de neón, de colores intemitentemente rosa, verde y azul. Una mujer asesinada posa al lado del título de una película, "vas a morir".

16.11.05

Néstor II, la "vonela"

Ahí estaba. Fumando, apoyado en la pared, sin perder rastro de cualquier paso femenino. Lo recordé pidiéndome apuntes. Los únicos que parecíamos perdidos el primer año de facultad. Siempre sonreía y no formaba parte de ningún grupo en especial, como yo. Y sus ojos de extraterrestre, gatunos e inmensos. Y durante cinco años, nada.
Entramos en la clase, todos estábamos nerviosos. Era una asignatura práctica, de implicación muy personal. Psicoterapia de grupo. Si queríamos ser buenos profesionales teníamos que perder los miedos, las inseguridades. Nos dejábamos muchos hasta el alma en los ejercicios. Hoy tocaba representar con el cuerpo lo que para nosotros era una pareja. Sale uno al centro, elije a sus "víctimas" y con ellos crea una escultura que simbolice lo que para él significa ese rol. Toda la hora estuvimos mis amigos y yo cruzando los dedos para que no nos nombraran. No se sabía dónde estaba el límite, imagínate que a uno le da por hacer que toques el culo al que tienes enfrente o vete tú a saber. Hasta ahora era muy suavecito, no había roces ni proximidades peligrosas. Entonces salió voluntaria una chica. Le miró, al chico perdido. Se hizo el distraído pero nada, le señaló con una sonrisa. Se levantó y se puso a su lado. Ella seguía su ejecución particular, nos miró una a una eligiendo su víctima femenina. Y lo supe. Voy a salir yo. Lo sé. Lourdes, me van a sacar a mi, ya verás. No me atrevía ni a levantar la cabeza, y menos hacia él. Mirando al suelo para que no fuese visible mi presencia, vi que los zapatos de la muchacha se dirigían en línea recta hacia mi. Mierda, no, no. Y escuché, tú. Miré, por mero reflejo, y me estaba sonriendo. Salí disparada, mientras ella le decía que tenía que sentarse. Cogieron una silla, yo esperaba, veía cómo me miraba toda la clase, las manos se movían solas, y clavé en mi cara una media sonrisa de cartón de disimulo que se quedaría más bien, digo yo, en una mueca de pánico contenido. Una vez sentado, ella me dirigió hacia la otra silla, cogió mi cabeza y la apoyó en su hombro. Mis ojos deberían estar dilatados al máximo, yo por lo menos los sentía escaparse. Y su olor. Un olor como de jabón antiguo. Y la lana incrustada en mi cara. Pero ella seguía moviéndose, y colocando nuestros miembros, unos tras otro, y yo con la cara hemipléjica. Su brazo se colocó encima de mis hombros, mientras la otra mano acariciaba mi pelo. Y en un último acercamiento desesperado, cuándo va a acabar esto, pegó su mejilla a la mía. Empezó a subirme desde la planta de los pies una especie de angustia atávica, de convulsión inmóvil que me dibujó un sueño con una postura muy parecida, un hombro, una cara, un pelo, un olor exactos. Y el retumbar eléctrico que me hizo levantar de un salto. No me gusta, mmm, es que no se miran, en una pareja debe haber comunicación. Como me vió el profesor tan impulsiva y con tanta furia y ansiedad me dejó hacer. Por lo menos no estoy ahí. Elegí a mi amiga y a él mismo, ya que estaba en el "escenario". Les puse de frente y a mirarse. Ya está. Sí, no se me ocurrió nada mejor. Los temblores no suelen dejar pensar muy sofisticadamente, que digamos. Ya más tranquila, incomprensiblemente alegre, salimos para irnos ya a casa, cuando me enteré de que Lourdes tampoco lo había pasado muy bien. A quién se le ocurre, ponerme a mirar al más guapo de la clase, yo, con mi estrabismo, qué verguenza. Riéndo sin parar, risa nerviosa todavía, oímos que nos llamaban. Era un amigo común que venía con él. Después de cinco años, dos veces en un día. Oye, ¿porqué no quedamos para ir al cine este jueves?. Y fuimos.

14.11.05

Antiescritura

Escuché por ahi que la escritura debería ser actualmente una antiescritura. Romper el lenguaje desde el lenguaje sería el mayor tributo y el único modo de revitalizar un arte que muchos creen muerto. Y, ante un folio en blanco, no hay vez que piense lo mismo, si está todo escrito. El problema es qué escribir que signifique una ruptura, que siga siendo legible, tampoco es cuestión de escribir una letra sobre otra. Y quizá, el que dijo eso no sabía ni a lo que se refería. Muchas veces decimos cosas que suenan bien, pero ni nosotros mismos sabemos qué significa. Otro obstáculo es cómo poder salir del ciclo de nuestros pensamientos cotidianos, que sería ver un mundo fuera del nuestro desde el nuestro. ¿Es algo de esto posible?...
Un sueño le dijo a la realidad, yo soy más capaz que tú. Soy omnipotente, multiforme y personal.
Y la realidad le respondió, sí, pero no eres creíble.
Hay quienes piensan que se escribe porque falta algo, porque no se es feliz...Hay veces que me entristezco y me averguenzo de tener necesidad de escribir, mientras, ahi fuera, siguen pasando los segundos, los días, las noches, las voces, las calles, las caras, las risas, los ojos...Hay veces que me abandono cuando me doy cuenta de que sigo esperando algo, algo así como un rescate, como un atardecer de desahogo vital en el que todo, por fin, cuadre. Y veces en las que me río de mí misma y de mi ridiculez al ser consciente de que ese atardecer está aqui, o no vendrá o no existe.

13.11.05

Críticas someras

Me retan, (que diría un amigo) a que escriba reflexiones, sentimientos, sin intermediario de relatos. Me cuesta, pero como en un blog hay libertad, tiempo y espacio, lo intentaré. Acabo de leer un blog (Pakit Txokolat) que me ha impresionado por su sinceridad y nada de prepotencia. Estoy pensando en que no me gusta la crítica de otros blogs, no soy nadie para decir qué está bien o mal. Por lo mismo no incluyo reseñas de libros o escritores, eso lo dejo para mi intimidad cuando leo por las noches. Aunque por una vez me voy a explayar, son mis opiniones, fuera borda y sin enganche. Me repele Maria de la Pau Janer, y el premio Planeta en sí, no entiendo qué hacía alli Joan Marsé. Tampoco soporto a Lucía Etxebarría. He intentado leer libros enteros suyos, pero no he aguantado la colección de tópicos de "la chica independiente y culta que soy". Me salen herpes cada vez que veo la cara de endiosado de Brad Pittes y compañías (Además de simiesca). Idolatro cada uno de los gestos de Max Von Sydow, Stephen Rea, Federico Luppi, Héctor Alterio, Dirk Bogarde, Cary Grant... El cine español (la mayoría) me sigue pareciendo de pocas miras, excepciones como el modo de contar las cosas que nunca te dije de Isabel Coixet (cuando no roza lo pasteloso), siempre interesante el contenido de las películas de León de Aranoa, oasis en la historia incluso del director, como "Solas", el siempre loable (incluso fuera de gustos) Almodóvar. El cine francés me resulta, en conjunto, pedante y de unos primeros planos agobiantes y excesivos, pero de calidad superior. Sin olvidar Dioses de la talla de Truffaut, Godard, Resnais, Chabrol, incluso con películas muy malas. "Qué voy a hacer, no sé qué hacer, qué voy a hacer...". Del cine americano no voy a decir obviedades como que da películas increíbles, de las últimas como "Eternal sunshine of the spotless mind" (título magnífico como pocos). Y clásicos como L.A. Confidential (sí, es un clásico ya, y no tendría que haber perdido los óscars que perdió por la patraña de Titanic). Inolvidables momentos los que vivo cada vez que veo algo de Cassavettes, sobre todo "Maridos". Me emboba el cine oriental, Ki Duk, Kar Wai, el único lugar donde nace verdadera creatividad actualmente. Y directores que trago todo, Lars Von Trier, Kieslowski, Visconti... Películas que forman parte de mi, "Zorba el griego", "Muerte en Venecia". Inteligentes como "La mujer del teniente francés", "Las amistades peligrosas", "Inseparables" sobre novelas tan interesantes como ellas. Y películas buenas sobre libros malos como "El coleccionista". Y muchos que me olvidaré. Son sólo mis gustos.

9.11.05

Método de relajación nº3

Ohmmmmmm. Meditación. Concentración. Mi pie, la sangre, cómo está de caliente, cómo sube por el cuello, como noto el latir. Qué frio hace, cagüentó. ¿Cómo voy a imaginarme que sube la temperatura si hace un frío que pela?. A ver...Los dedos entran en calor. Calor. Nada, qué frío. Otro intento. El campo verde con la luz blanca. Vale. Muy mono. ¿Y ahora qué?. Qué mono el césped, qué luz más blanca, ahá. ¿Qué más?. Anda que...Y el último método, era...no me acuerdo, un nombre chino.
-Chakra.
- ¿Quién ha dicho eso?, joder, qué susto, quién es.
-Tu chakra.
-Anda ya, y yo soy el mandala de la santa compaña de la mandarina marrana.
-¿Quién soy?.
-Pues como no lo sepas tú...
-Tienes que elegir un chakra. Un espiritu benigno que te ayude y al que pedirle consejo. Ese soy yo.
- Ah, pero ¿también se dice espíritu en la filosofía oriental?.
-Bueno, me estás liando ya. Que digas un cachacara de esos.
- ¿Cachacara?.
-Otra vez... ¡¿quieres decirlo ya?¡¡.
- Y yo que sé. Pues elijo al que está leyendo. A ver. Tú. Eres mi chakra. Tienes que vestirte de hada refinada, con volantitos y todo. O no, mejor, Gael García Bernal todo para mi.
-Eso no es un chakra, no estás pensando precisamente en un consejero.
-¡Oye!, que si sirve para todo mejor que mejor, ¿no?. Ea, yo quiero un Gael de chakra.
- (vaya tela la niña...).
-Eh, tú, cacharra, aguántate que eres mi imaginación. Si te portas mal te borro.
- Pues te va a ayudar tu padre.
- Qué miedo, qué miedo.
-Ea, ¡me voy!.
-Si eres una creación mia, será que te echo yo.
-No, también puedo elegir. Ahora sí te aseguro que te vas a relajar. No se te va a ocurrir ni una palabra.
- ....................................

8.11.05

Sol de invierno

Se acercó a la ventana, estaba solo y aburrido. Hacía un tiempo espléndido y el sol se preparaba para esconderse. Enfrente, las cortinas de todas las ventanas del bloque se movían apaciblemente anunciando los próximos calores. En una de ellas se asomó una chica con ojos tristes, suspirando y buscando en el horizonte no se sabía qué. No es bella, pero y si...¿Cómo sabría...?. ¿Habrá algún sitio donde se escriba...?. Es todo tan complicado. Nos venden un mundo tan distinto. Estamos todos tan, tan lejos.
Abrió la ventana, qué buen día, qué atardecer más especial, tan rojo, tan vivo. Y qué aire tan dulce. Suspiró y mirando al horizonte recordó y pensó que todos los días que quedan serán peores, cuesta abajo. Que no sabrá si aguantará sus días de viejita, o de soledad, o las dos cosas. Que le duele todo mucho, que el precio de darse cuenta de las cosas es muy caro. Nada es como creía. Y la sensación de no encontrar refugio, de estar huyendo siempre hacia alguien, más que hacia algo, que realmente no existe. Vió un muchacho que tendría su edad, pensativo. Seguro que es feliz. Seguro que no le da tantas vueltas a la cabeza como yo, estará disfrutando del tiempo, lo que tendría que hacer yo. Cómo se respira en esta brisa. Qué calidez se siente a veces con este sol tan distante...

4.11.05

Insomnio ripio

Soy la causa de mis problemas, el crítico infatigable, a todo le falta el acento.
La originalidad no se busca, se encuentra.
Lo de la palabra que arañe el corazón es una mentira, qué puede hacer un gráfico que no hagas tú.
Para hacer reír hay que ser un chiste.
Cómo ser inmortal cuando eres del montón. Cómo creerse del montón cuando eres inmortal.
Es imposible muchos días salir de la cursileria de tu propia vida.
Es imposible no rozar la ñoñería cuando eres feliz, y es imposible ser feliz sin ser ñoño.
La lucidez es darse cuenta de lo estúpido que es uno, y de las pocas esperanzas que hay de cambio a costa de tu propia ignorancia.
El infinito y lo abstracto tienen cara material, para cada uno distinta.
Todos queremos impresionar sin demostrarlo, pero nadie quiere dejar claro que se intenta impresionar, y el anonimato y la mediocridad son una cara consecuencia.
Todos somos mediocres, fuimos creados para intentar superarlo, en la gran mentira de que habrá vidas suficientes para conseguirlo. Ni el chacra te ayuda ni el karma es la última vida, la más perfecta. Sólo no es mediocre quien no se lo cree y quien consigue por azares del tiempo y el espacio hacer creer a los demás que no lo es.
Creemos evaluar por globalidades, en realidad prejuzgamos por detalles. Son esos detalles la realidad. No hay globalidad.
El día que no pueda cambiar mi máscara cada vez que me levanto estaré muerto.
Cada día es un escenario distinto, un personaje distinto, sólo que no siempre hay público.
Se necesita público cuando representas una obra, y cuando no hay nadie...No hay obra, sólo amagos de gestos exagerados e imprecisos. Sólo una obra sobre otra resarce el error. Sólo una obra global hace ver las gradas llenas, en detalle huecas y rellenadas de miserias de obras anteriores.

-Duérmete, anda, no sabes lo que dices. La retórica es el cuento de las ovejitas para ti ¿no?.
-No, es mi ego con una pizquita de insomnio.
-El insomnio es coger el hábito de la retórica a horas intempestivas. Y jugar al ajedrez con la autoconciencia de la soledad, los miedos (nunca hay sólo uno), y las esperanzas (nunca hay sólo una).
-Al final todos somos iguales...

3.11.05

...Divino tesoro...



Leía Asterix en la biblioteca del colegio desde que tenía tres años. Una tarde, salió de clases de ballet y no encontró a sus padres. Los esperó media hora, una hora y no venían. Abrazada a sí misma, en Enero, sin chaqueta, aterida de frío, con el tutú y las zapatillas de bailarina y llorando la encontraron en medio de la carretera dos horas más tarde. No pasa nada, un malentendido. Quería ser chico, jugar a las chapas y a la peonza con su hermano, pero no le dejaba, era una chica. Curioseando todo, también el agua de una piscina, cayó y sólo sus tirabuzones sobresalieron durante unos segundos. Lo suficiente como para que la pudiera ver su primo. Cogió miedo al agua, no quería ni bañarse, así que la apuntaron a clases de natación y un año más tarde se sumergía hasta cuatro metros para coger el juguete de turno. No tenía amigos. Eran todos muy raros. Uno se meneaba agarrado a las rejas de su ventana, como un gorila. Sus vecinas ceceaban y no podían decir la r. Y como ella era la empollona del curso no la permitían jugar con ellos. Tampoco las de clase. Esa no que es una pelota. Lo único que hacía era obedecer a la maestra. En casa le decían que obedecer era bueno. No entendía. Desde la ventana los observaba en el recreo, el payaso de la tele, acción, verdad o beso... Ella elegiría beso si la dejasen. Acción era muy arriesgado, podían reírse a gusto de ti, y verdad era lo más aburrido, ¿qué secreto iba a tener que no quisiese contar?. Elegiría a Julián, la trata bien, son muy educados los niños con ella, las niñas no. Iba por la calle cogida de la mano con un tal Eduardo. Eso ya era ser novios, claro. Pero Julián era distinto. Quería estar con él, que fuese su amigo, contarle todo. Pero no se podía. No sabía porqué, pero no se podía. Tampoco sabía porqué cuando pensaba en la escuela se le venía su cara a la cabeza. Iba sola en autobús al colegio, tan sola que nadie supo nada de porqué llegó un día a casa con una mano marcada en la mejilla. Y ella era demasiado pequeña para contarlo. No como cuando la fea de trenzas le pintó todo el libro, de arriba a abajo. La insultaba, pisaba, tiraba de los pelos... Hasta que se lo contó a los padres. Ellos lo entendieron, son niños. Pero ella no, chillaba e inventaba enfermedades nuevas para no ir a la escuela. Seré buena, hago lo que me digáis, me pongo a trabajar ya. Con seis años nadie te va a contratar. Pues yo monto mi tienda, seré buena, la mejor, pero no me dejéis ir. Abrazádme, entendédme, no quiero ir, no puedo ir, por favor. No os vayáis, si no me pegará. No me dejéis ir. No me dejéis ir.

2.11.05

Jam Session

Pasamos por la Giralda a las once de la noche, es tarde. Fue un atardecer de principios de verano, hace algunos años ya. La Giralda, una brisa muy cálida, la velocidad. La lluvia hace que la ciudad esté más sola y triste que de costumbre. Las calles estrechas, empedradas del centro, los palacios del renacimiento, todo está más oscuro. Pero al llegar a un callejón con balcones llenos de macetas y flores, alumbra una luz y un soniquete de ritmo jazz. Era una canción mala, de novatos, pero alguien vendía púrpura, un vestido negro, un centro social donde organizaban conciertos de grupos desconocidos. El bajista iba a mi facultad, no te conozco, yo a ti sí. Entre el humo espeso encontramos a J, nos pedimos las cervezas y vamos a sentarnos, pero están todas las mesas cogidas. Vemos un billar y nos apoyamos en él como podemos, de frente al escenario. Una camisa demasiado corta, todos estaban incómodos, deseando soltar cosas. Menos algunos que lo tenían todo muy bien agarrado. J está más alegre que nunca, y G también. Ella no ha escuchado jazz en directo, no le gusta, pero disfruta del movimiento de los músicos, las improvisaciones, las charlas incluso, la informalidad. Toca un saxofón, le acompaña bajo y batería. El piano está de copas en la barra. Cuando se aburre de beber sube a formar parte del desaguisado y, cuando menos nos lo esperamos, empieza a mirar a G. Primero disimuladamente, por último con una sonrisa, quizá, un fatal acercamiento. El guitarra principal es el que escribió la música, con letra que dedicó a su novia, la cantante. J se ríe, y nos mira, ríe y mira al pianista. Era Mariano, de nombre, cantaba tangos y Andrés Calamaro. "Me dejé nuestros abriles olvidados, eran tiempos dorados, un pasado mejor. Aunque casi, te confieso, yo también he sido un perro compañero, un perro ideal que aprendió a ladrar, a volver al hogar para poder comer". Se apareció el demonio y me dió una copia de llaves, el demonio tenía cuerpo de muchacho, cara de vicioso y planta de pecado. Es el último compás de "Love for Sale", sin la voz de Billie Holiday, las notas van variando, poco a poco, sin que nos demos cuenta, a una cancioncilla que nos suena. Me suena, ¿qué es?. El cumpleaños feliz, reimos todos. G, saben que es tu cumpleaños. Fue J, se chivó y preparó la "trampa". Y en un visto y no visto, todos los músicos dejan el cumpleaños feliz para bajarse, acercarse a nosotros y turnarse para dar besos a G. Está que no se lo cree, le entra la risa tonta, casi llora y hasta a las orejas le llega el colorado. Una tal Inés también se apunta a la tanda de besos, declarando su homosexualidad y extrañada de no habernos visto antes. Os invito, y sin dejarnos pronunciar una sola letra llega al rato con cinco cervezas. G lleva tiempo sin beber tanto. Era un sofá azul oscuro, rancio de viejo, había whisky, vasos, tabaco y agua en el suelo. Sonaba "Alfonsina y el mar" y el caer de los cubitos de hielo. Aunque ya se han ido los músicos, ella sigue con las mejillas encendidas y la sonrisa grabada. Ya no llueve, ni sopla viento. En esta misma calle cantaban a gritos Abril para vivir, Abril para soñar, Abril flor de la vida al corazón, me dejó el dolor para cantar y la luna de Abril para olvidar. Nos invita J en una tasca típica, con toreros dibujados, claveles en la barra y carteles de la "fiesta nacional". No hay mesas, son barriles de madera. Ya en La Alameda vamos a nuestro sitio, oscuro, neblinoso, con mucho ruido, mucha gente, ideal para varias copas de más. Pocas veces ví un piso más impactante. Era una casa antigua, del siglo XIX, decorada con libros, discos y copias de cuadros abstractos. Nunca dejaba de sonar música, clásica, hip-hop, toda la que existiese se conocía allí. J se quita la chaqueta, se queda en mangas de camisa. El pelo es una masa de destellos. Ve desde lejos a sus amigos y los trae. Vinieron a buscarme desesperados, dos iguales, había quedado con uno, los dos tenían la misma estatura, los mismos ojos, el mismo pelo. Ya al final de la noche nos acompañan, vamos a nuestro piso, jugamos a las cartas y a las 9 de la mañana, una hora antes de empezar a trabajar, F, G y yo llegamos a una conclusión unánime sobre lo que es el destino...