26.2.06

La teoría de las vidas paralelas

Nuria es una niña con la que trabajo. Tiene problemas académicos pero, en conjunto, es y forma parte de una familia feliz, en el más amplio sentido. El otro día me contó que ella no creía en las reencarnaciones ni que después de la muerte no haya nada. Algo tenía que haber, no se podía imaginar el vacío. Y tampoco quería que hubiese la posibilidad de llegar a convertirse en un bicho cualquiera, un sapo (aunque hay muchos sapos más guapos que algunos príncipes) o una cucaracha. Así que, a lo largo de sus, todavía, escasos días, ha ido formando la creencia de las vidas paralelas. Ella siente que, en este mismo instante, hay varias Nurias. Cada vez que tenemos la necesidad de decidir algo se abren distintas alternativas, con sus correpondientes consecuencias. Pues en su teoría hay tantas vidas como opciones distintas, que se van encandenando con las anteriores y así hasta el infinito. Esta idea le vino cuando escuchó la frase de "No hay nada más injusto que no vivir todas nuestras posibilidades". Así, ahora mismo, en otra dimensión, hay una Nuria mendigo, una Nuria princesa...
Y no tuve más remedio que recordar la cantidad de veces que me he planteado qué hubiera sido de mi vida si en vez de actuar de una manera lo hubiera hecho de otra. Dónde estaría ahora, y cómo, si hubiera elegido otras cosas. Pensé que el hecho de no hacer nada también es una decisión, cuánto habremos perdido por cobardía, comodidad, y cuántas felicidades no hemos visto por orgullo, por no demostrar lo que sentimos, por miedo a no ser correspondidos y a hacer el ridículo. Para mi sorpresa, me dí cuenta de que busco y prefiero personas directas, incluso hirientes, sin miedo a decir y hacer lo que quieren, que se arriesgan. Iba a decir que las personas de las que me enamoro son así, pero no es verdad. Siempre me engañan...Será que la máscara de dignidad es la mejor coraza...Pero no hay frase más cierta que aquella "Nadie es solemne".

15.2.06

Pasaje a la India

Un indio musulmán viudo y una inglesa fea e insulsa van a ver las famosas Cuevas de Marabar, cerca de Chandrapore, al principio de la estación cálida. Los demás viajeros, cada uno por una cosa, tienen que quedarse en un campamento cercano. Ella está prometida a un hombre frío, arrogante y algo clasista. Todo lo tienen planeado y organizado, como buenos ingleses, saben cómo va a ser la boda, su estilo de vida... Hasta que entra con este joven a una de las cuevas. En realidad no entra con él, sino tras él. En esas cuevas oscuras como el vacío, cualquier ruido o palabra, de la intensidad que sea, es devuelto en forma de un mismo eco, siempre el mismo tipo de eco. Le ve que enciende un cigarrillo, las cuevas más negras que la boca de lobo, de pronto se iluminan y florecen, ella se pone nerviosa, tantos pensamientos y sentimientos nuevos. Se da cuenta de que el musulmán tiene los ojos tan negros como el aire de la cueva, y los ecos vuelven en forma de palabras con sentido: "No estás enamorada de tu futuro marido, no sabes lo que es el amor ni lo sabrás nunca y quieres sentirlo". Y la chispa del cigarro, su espalda volviéndose hacia ella... y la muerte. La muerte en vida. Sus días como esa cueva, sin nada, con el mismo eco repitiendo todo, la única posibilidad de escuchar algo. Sin ver, sin oír...
Nota algo húmedo que le tapa la cara, chilla, corre hacia la salida y huye. Huye de su vida, del amor, de la brusca realidad que le susurra al oído: "todo es para nada, nunca encontrarás lo que buscas, sabes cómo van a ser tus días hasta el día de tu muerte". Pero en vez de reencontrarse con su rutina anterior se ve deforme como la cabeza de medusa, en medio de ataques de asma que le ahogan el cuello, asfixian su pecho, hasta que se desmaya.

Las cuevas de Marabar. Toda la India sabía que, siendo sólamente unas colinas sucias, sin encanto, quien entraba no salía igual. Cada uno se enfrentaba a sus realidades reprimidas, como una especie de Freud megalítico, y no las oían, las sentían.
Nuestra inglesa fea e insulsa prefirió negar esa verdad revelada y declaró culpable al indio de violación. Ella no estaba reprimida, ella tenía que aceptar su sino, monótono y organizado, para no invalidarse a ella misma y todo lo que la había acompañado durante sus años de andadura militar.

12.2.06

Son mis amigos

Sé que mis amigos no leen esto. A algunos no les gusta leer y a los demás, simplemente, no les gusta leerME. Así que les puedo poner verde a gusto. Mi venganza por no pasaros por aqui, chicos. Y a todo el que no lo vea yo entrar, que se prepare, que le dedicaré una bonita elegía...

Ayer estuve todo el día con Rosa. No cambia, en nada. Sigue esperando a que llegue sin avisar su Antonio, a las 10 de la mañana como a las 5, da igual, ella siempre le espera. Él tiene novia, pero cuando le hace falta algo que ésta no le da, va a casa de mi amiga y, sin palabras, lo coje.
La acompañé a un recado. Era para comprar preservativos. "Es un bestia, viene y me tira directamente a la cama, y si no los compro yo, tengo que tomarme al día siguiente la píldora del día después, y es una lata, te entran retortijones y sofocos".
Los eligió de sabor tropical, y color rosa, "pleasure-max". Ni corta ni perezosa, en medio de la calle, abarrotada, se puso a explicarme los detalles y pormenores de su utilización. Los sacó, me los mostró y, emocionada intentaba convencerme de que la próxima comprase esos y no otros.
Me contó que ha conocido a una chica que se ha enamorado de ella. Dice que es muy ordinaria. Un día iba con unos pantalones estrechos y la chilló: "Hoy viene Rosa con el chocho aplastao". Pero aún así le cae muy bien, es muy generosa y solícita. "Ya que no me hace caso ningún chico...No veas cómo me hace falta que me den cariño...".
También vinieron Juan y Andrés. Son pareja desde hace unos años, pero siempre han tenido sus menos y sus más. Se jactan de que aceptan todo, son bisexuales. Juan es uno de mis mejores amigos, y ya ha intentado algo conmigo. Si fuese atractivo me habría hecho dudar, la carne es débil, pero con él, la verdad, no tengo más remedio que tenerlo muy claro. Así que, cada vez que me ha achuchado o insinuado algo he puesto distancia de por medio. Luego nos hemos reído y aquí no ha pasado nada.
Pero es Andrés, su novio, el que no soporto. Hablando de que soy una chica sugerente, de ojos muy profundos y cara aniñada...bla, bla. Que eso gusta a todos. Que si no me había planteado el poder hacer un trío o ser lesbiana. Le contesté que una mujer me atrae exactamente igual que un hombre que no me atrae nada. No es problema de saber o no mi orientación sexual, no me interesa, igual que pueden gustarme rubios, morenos o castaños. El problema es que, simplemente, una mujer me atrae tanto como un grillo boca abajo.
Siguió Andrés con su táctica de "gay seductor de mujeres heterosexuales para sentirse más hombre". Yo te llevo a donde quieras, pareces un cuadro de Julio Romero de Torres, ¿qué es de tu anterior novio?, si no ha luchado por tí él se lo pierde... Ya me lo dijo Juan hace tiempo, que para un hombre que le gustan otros hombres lo más definitivo para saber si son atractivos o no es gustar a las mujeres.
Intentando esconderme de las contínuas fotos que me hacía Andrés, y escuchando por decimocuarta vez las propiedades de los preservativos "pleasure-max", me dí cuenta de que donde estoy más a gusto es con personas extrañas, fuera de la norma. Otro amigo mío está en la cárcel, por sus problemas con el alcohol. Y Santi tiene cerca de 50 años, y un matrimonio de pasión pura que unas veces le hace gritar de felicidad, y otras quiere divorciarse y huir de los nudos de esta relación tan turbulenta. Con cierto desequilibrio emocional, depresiones, crisis de ansiedad e intentos de suicidio, su vida sigue adelante. María está enamorada de un antiguo romance que tuvo que dejar por la distancia, y de vez en cuando, engaña a su novio actual con el anterior que, por cierto, es actor de publicidad, a veces lo veo en la tele. Hablando de actores, el ganador del Goya de este año es amigo de la infancia de Raquel, una de mis mejores amigas, con el que hemos salido alguna noche por la ciudad. Y Roberto, que ha estado en cuatro guerras, Irak, Afganistán, Bosnia y Somalia. No para de hablar, de su amigo el rey, de cómo hay que disparar y camuflarse. Dice que matando a una persona no sientes en el momento nada especial, en todo caso alegría, por haberte salvado tú. Pero hay noches en las que, sin saber porqué, tienes pesadillas y no puedes dormir. Cuando has tenido cerca la muerte, la ONU y terroristas, el día a día te parece algo de risa.
En conclusión, mis amigos, los actuales y los pasados, son gente especial, rara. Quizá por ello más auténticos que el resto. Una de dos. O me gusta la gente extraña, o todos somos algo extraños y... a mi que me gusta.

7.2.06

La culpa

Eran amigos desde el colegio. De esos amigos que tienen tanto que ver contigo que no hace falta hablar, ni estar cerca. Hasta que apareció ella. Pequeñita, con cara de niña y cuerpo de mujer. Eran tan parecidos los tres, estaban tan unidos, que se imaginaban, incluso lejos, hermanos eternos. Primero lo intentó con ella Pedro. Se llevó el gato al agua. Pero quedaba Pepe sin la sensación de sobrar, obligándole como le obligaban a no dejarles. Pasaban las tardes en casa de uno de los tres, hablando, riendo. A Pepe no le hacían falta más mujeres que ella, amiga sincera e inteligente. No veía raro ir a buscarla a su casa cuando Pedro trabajaba, o salir de paseo los dos solos. Nadie lo veía mal. La tendera de la esquina creyó que eran dos hermanas gemelas, cada una salía con uno. Y ellos se reían de los cotilleos de la gente. Qué iban a saber los demás de lo que pensaban. Y a ella le sobraban todos los hombres del mundo teniéndoles.
Hasta que un día Pedro se fue de viaje y pasaron la tarde y la noche juntos. Con su sentido del humor irónico, hablaba de la cantidad de hombres que tenía que haber "disfrutado". Entre carcajadas, se quejaba de que nunca había sido así, al contrario, creía que ninguno le hacía caso. Pedro por ser como era, tan bueno, por nada más. ¿Y yo soy bueno?, ¿y si te digo que me gustas, que me encantas, será por pena?. No lo sé, nunca dirías algo así, porque es mentira. ¿Tú que sabes?. Lo sé. Pues me encantas, me haces sudar cada vez que te tengo cerca, y quisiera agarrarte, besarte, amarte. Pero no puedo. ¿Porqué?. No me dejarías. Inténtalo.
La cogió de la cintura, se la acercó y la besó.
A la mañana siguiente la culpabilidad no les dejaba vivir. Ya no era lo mismo. Cuando estaban los tres el único alegre era Pedro, los demás pensaban y pensaban sin llegar a ninguna conclusión. No podían imaginar el tener que dejar de verse, ni el hacer daño a nadie. Así que Pepe esperó la ocasión adecuada y le contó que había tenido un sueño, en el que era feliz, encontraba a la mujer de su vida y a partir de entonces hasta los golpes más duros de la vida se le hacían llevaderos por poder verla todos los días. Y esa mujer era ella. Pero no respondió. Ya no le gustaba la situación, tenía que elegir, y quería seguir con los dos. ¿Era tan malo?. Daría todo el amor del mundo, hay tiempo, y nadie le sobraba ni a nadie quería apartar. Pero hubo un marginado. Como no tuvo respuesta, Pepe se la imaginó, negativa, por supuesto. Ni ella supo hacer nada para remediarlo. Así que un mal día él cogió sus maletas y se marchó muy lejos. No se volvieron a ver.

2.2.06

Serenata


Trabajo en el centro de mi ciudad, en una de las calles con más vida de España. A todas horas suena la música. Personas de todos los tipos intentan ganarse un dinerillo tocando algún instrumento. Creo que la canción que más suena, con eso de que Sevilla es una ciudad cálida y con buen tiempo casi todo el año, es "la Primavera", de Vivaldi, especialmente, como no, en esa estación. También hay un cuarteto de cuerda (dos violines, una viola y un chelo) de argentinos que nunca repiten tango, ayer era el tiempo de "Cambalache". "Que el mundo fue y será una porqueria,ya lo sé...".
Al lado exacto de la puerta de mi trabajo se encuentra un anciano tocando el violín, como un genio. Cada vez que lo escucho, que son unas cuatro veces al día, me evado, me pongo a flotar y me dejo llevar por sus notas, maravillosas, emotivas. No habría dinero suficiente para pagarle... Anteayer salió de su violín el tema principal de "El Padrino". Preciosa donde las haya. Pero ayer...ayer me llegó al alma. Acariciaba las notas de "Ständchen", como si nunca antes se hubiese tocado, como si le fuese la vida en ello. Algo debía tener roto que unía con esos sentimientos con que recreaba la obra.
Dentro de mi música favorita se encuentran los lieder de Schubert, canciones populares alemanas. Hay un ciclo especialmente sublime, bueno, dos.
"El viaje de invierno" relata en una serie de cancioncillas el viaje de un joven que sabe que sus días están por terminar, y que la vida es fría y costosa como andar por la nieve. Dentro de este ciclo hay un intervalo optimista entre temas pesimistas y trágicos, "El Tilo". Esta canción trata de la esperanza que nace en nuestro protagonista cuando, solo y en medio de la nieve, ve una ramita de un tilo en flor, en plena helada.
Otro ciclo especial es "El canto del cisne". Como sabréis, esta frase se refiere a la melodía triste que producen los cisnes cuando saben que su fin está próximo. Dicen que es de los sonidos más bellos que se pueden escuchar. Schubert, para no ser menos, crea un grupo de canciones como su particular tributo a este mágico preludio. También está "Sylvia", con letra de un poema de Shakespeare de "Los dos hidalgos de Verona", y "Ständchen", (Serenata) la que, como ya he comentado, es hermosa como pocas cosas, el verdadero canto del cisne de Schubert, sólo tenéis que escucharla...