27.4.08

Alcañiz-Sevilla




El sábado vinieron unos amigos míos de Alcañiz. Celebraban su primer aniversario de boda con un tour por Andalucía. En su boda ya me prometieron que lo harían, ya que no nos dio tiempo a nada ese día. Llegaron por la tarde a mi pueblo, tomamos unas copas, y nos vinimos para Sevilla. Les esperamos a que se ducharan en el hotel y, en nuestro coche, nos preparamos para irnos a cenar al centro y luego ver un espectáculo de flamenco. Ya que venían, algo típico de aqui. Pero en un semáforo sonó un golpe. Creimos que era una pandilla de niñatos que nos habían dado con algo. Pero no. Al arrancar el coche la dirección no iba. Estaba dura, casi bloqueada. Aparcamos donde pudimos, todos asustados y blancos, estaba cayendo una buena de lluvia y viento, y llamamos a la grúa. Bueno, no pasa nada, nos vamos con la grúa y mañana venimos a enseñaros más cosas de Sevilla con el otro coche. Al siguiente día nos dió tiempo a comer al lado del río, con algo de sol, parecía que nos empezaba a dar una tregua la borrasca, y nos montamos en el coche para ver el Parque Maria Luisa. Pero nada, no arrancaba. Todos nos reímos creyendo que era broma. Hasta que, uno por uno, probamos a mover la llave. Y nada. Ni un ruidito. De nuevo a llamar a la grúa. Y otra vez para casa. Bueno, qué vamos a hacerle, quedamos el martes y cenamos juntos. Ese día, por lo menos, sí pudimos hacer lo planeado. Nos hicimos todos juntos fotos, les enseñamos el pueblo, sólo nuestros gritos y risas en mitad de una madrugada vacía y sin lluvia, al fin. Al día siguiente tenían ya que irse, así que fue la despedida. Me alegró mucho verles, ella estaba igual que hace 18 años. Era la que yo conocía. Le dije en un momento, Sofi, si nos llegamos a criar juntas no seríamos tan iguales. Nos llamaron la noche después para decirnos que Cádiz les había gustado mucho y que... ¿a que no sabes qué nos ha pasado?. Ya está. Se os ha estropeado el coche. No, peor, hemos perdido la cámara. Todas las fotos que nos hicimos juntos, Sevilla, Córdoba. grúas... nada. Bueno, os aseguro que olvidaros, no os váis a olvidar tan fácilmente del viaje, con o sin fotos.

21.4.08

Llevo desde mi cumpleaños como en suspenso. Los días y los segundos han flotado por encima de mí, como para dejar más claro aún lo de que todo pasa muy rápido. Quiero encontrar una salida hacia la risa, pero me he dado cuenta de que no hay de qué salir. Lo último que quería de más joven era una vida tibia. Y es lo que tengo. Cada segundo mediocre es un ladrillo que me impide ver mis ilusiones en el muro de la rutina. Eso sí, cuando voy sola por medio de la ciudad voy cantando con mi música puesta, y logro relajarme en el autobús, a veces incluso estoy cerca de dormirme, y en la biblioteca miro cada persona que pasa y sonrío para mi misma con cada anécdota que logro atrapar. Sigue fascinándome la gente, y la vida, debe ser. Muchas veces me pregunto qué pensaría alguien como yo de una persona parecida a mi, cuando estoy andando sola, mirando hacia arriba y a cada cara que pasa. Quizá que tengo una edad indefinida, con mis andares y gestos infantiles, o que sería alguien neutro, indiferente... No sé.
Este fin de semana han venido unos amigos míos de la otra punta de España. Quedamos con ellos dos días. Los dos días tuvimos que venirnos mucho antes porque se estropearon los coches. Ni siquiera era el mismo coche, ni la misma avería, ni les había pasado nunca nada parecido. En dos días consecutivos tuvimos que llamar a dos grúas distintas. Y nos cayó el diluvio universal. Sí, en Sevilla, y a finales de Abril. En esos momentos sólo queda esperar, te quedas como manteniendo la respiración y te preguntas ¿quién o qué quiere decirme qué?, ¿qué significa todo esto?. Y te quedas un poco más tranquilo cuando te das cuenta de que todo empieza a ir como siempre, ni bien, ni mal.

8.4.08

31

Hace mucho tiempo que no llovía tanto y tan contínuo. ¿Qué son 31 años?. Te miras al espejo y no sabes si eso son arrugas o lo has tenido siempre. Recuerdas los 31 de cuando tenías 15, y no se parecen en nada. Y te acuerdas de tus primeros cumpleaños, toda una fiesta con todos los de la clase como invitados. Cuando te trasladaste a una nueva ciudad invitaste a tu nuevos compañeros del colegio. No vino nadie. Eras nueva y toda la mesa estaba preparada, pasaban los minutos y nadie llamaba a la puerta. Más tarde recuerdas uno en que tu primer enamorado te regaló rosas blancas y un peluche azul. Te daba una verguenza tremenda y no sabías qué hacer con un ramo tan enorme y tú tan joven. O cuando te pusiste enferma en medio de un parque, tanto que un perro te lamía y no te dabas cuenta, tuvieron que quitártelo de encima tus amigos. O cuando en la universidad vinieron a buscarte en medio de las clases para quedarse el día entero contigo.
No sé cuándo dejé de celebrar los cumpleaños. Ni a partir de qué año dejé de esperarlos.

4.4.08

Atonement (Expiación)

Tuve la mala suerte de ver la película antes que leer el libro. Y no porque ver en pantalla lo escrito, como término medio, fastidie la lectura, no. No es el caso de "Muerte en Venecia", que se complementan y, siendo la misma historia, se viven de manera distinta, cada autor deja su sello. Pero no es el caso de esta película, de Joe Wright, que es un corto y pego del libro (por eso a veces su engañosa calidad). El argumento y la visión especial de Ian McEwan están reflejados en los pocos momentos que valen en el film. Pero lo común (una vez que se lee la novela te das cuenta) son los malentendidos, confusiones y, al fin y al cabo, un traslado a la pantalla efectista y sentimental. Por ejemplo, Robbie, tras salir de la cárcel, agradece los atardeceres como agua de Mayo, ha estado anteriormente tres años encerrado sin ver la luz del sol (algo que no se da a entender para nada en la película). También en la guerra le parecen una maravilla y un oasis de felicidad las puestas de sol, incluso la de Dunkerque tras los bombardeos de los alemanes, con cadáveres por los suelos y por los árboles. Traducción de esto en el film: Nada de cárcel, nada de lo que él piensa o presuponemos que piensa, sólo un plano secuencia de un atardecer en la guerra. Su connotación se ha perdido, y aún así hacen una secuencia larguísima con una fotografía espectacular.
Hay muchas más confusiones y malas interpretaciones, como la de la niña cogiendo de un cajón "la carta". Todos entendemos que ha inventado la carta, o que va a casa de Robbie o no se sabe. Pues no, es más simple, va a la habitación de la hermana y la roba.
No sólo de esto carece la "obra" de Joe Wright. Prescinde de muchas escenas vitales, emocionantes, para reducirse al eje cronológico de los hechos. La pierna de un niño en pijama en un árbol, y cómo le afecta a Robbie. Lo que piensa y siente Briony, la niña ya enfermera. Todo eso se pasa por alto. Y así, para mi gusto, se pierde la profundidad de los personajes y lo que de verdad diferencia la obra de Ian McEwan.
Todo me retrotrae a "Orgullo y prejuicio", también de Joe Wright. Carece exactamente de lo mismo. Lo que en la novela Jane Austen hace interesante, con chispa, el director en la película lo hace sentimental y sensacionalista, con unas interpretaciones infantiles. Cara de enfado=enfado, y no hay más. Esto me lleva a hablar de los actores. Qué voy a decir de Kiera Knightley. Parecía que estaba dotada de cierta frescura en "Piratas del Caribe", pero en estas dos películas está falsa, con actitud perenne de posado, sea con la boca abierta, sea poniendo morritos o echando hacia atrás los hombros al mejor estilo Ana Obregón. Y lo peor, no deja transmitir nada de la ternura que tiene esta Cecilia. ¿Qué piensa cuando sale de la fuente tras romperse el jarrón?... ni idea. Eso sí, James McAvoy está espléndido (nada nuevo, como en "El último rey de Escocia"), dando muchas veces información que debería haber y de la que la película carece. Por ejemplo, su cara y sus gestos son los únicos datos que tenemos de su estancia en la cárcel. También se destacan Vanesa Redgrave (siempre estupenda) e incluso la niña Briony (nominada a los globos de oro y a los Oscars), con ese terrorífico "I saw him with my own eyes".