Hay gente que conoces, que quieres retenerlos, pero se van. Y pasan los años, algunos siguen ahi, distintos, otras vidas, sigues queriendo retenerlos, pero se van. Y los días, los hay buenos, antes de que se acaben sabes que se van, y ya te estás despidiendo, el día siguiente no será tan bueno, quizá fue la última oportunidad de hablar con alguien, de compartir algo, de expresar algo que nunca te atreviste, de saber cosas que nunca supiste, pero se fue. Te levantas, ya pasó, acostumbrado a resignarse, a no pedir nada, a adaptarse a que lo que tienes no es lo que pides, y lo que pides lo tienes como una estrella fugaz, que antes de verla ya la estás recordando. Haría una lista de cosas por hacer, casi siempre con las personas, y me dedicaría a llevarlas a cabo. Quizá así sería más feliz. Pero sabes que no, que todo tiene sus consecuencias, sus límites, sus obstáculos. En una terapia le tuve que hacer ver a un adolescente de 15 años que no todo lo que se quiere, por el hecho de quererlo, se tiene. Me dio una pena horrible. Tantas cosas que no son, que no deberían... Cuánto cuesta adaptarse a esto.