6.2.08

Veo un hombre gordo y sucio con andares rápidos y el ceño fruncido. Una chica joven con botas de pelo, el ombligo al aire y el cabello fucsia. Dos mujeres de unos cincuenta años que hablan a gritos entre ellas, con olor a perfume antiguo y denso, y muy maquilladas. Un extranjero, rubio, con la piel casi transparente, muy delgado, sonriente e inquieto. Una parejita universitaria que entre beso y beso no logro verles las caras. Dos amigas de poco más de treinta años hablando de sus respectivos enfados con sus respectivos novios. Un albañil con mono azul manchado y roído que huele como a metal y que da una cabezada en el asiento del autobús. A veces un chico, muy joven, con gesto tímido y asustadizo entra en el bus vestido con ropa manchada y vieja de trabajo. Suele ir en mangas cortas hasta en el frío del más frío invierno. El otro día estuvo a punto de perder el autobús. El conductor tuvo que frenar en seco metros más adelante de la parada, y entonces subió. Estaba colorado y sudoroso como de haber corrido. Buscó un asiento libre y esperó poco tiempo para bajarse, en medio de una autopista. Siempre lo veo alejarse por el arcén con su bolsa de trabajo en la mano, solo. Pero ese día había atasco en la carretera y me dio tiempo a seguirle con la vista mientras sorteaba los coches para llegar al otro arcén y, todavía sudado y mirando hacia el suelo, encaminarse a un descampado de las afueras de la ciudad.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

tu fumas o lleva alas? jajaja

simalme dijo...

???????????